Realizar una ecografía durante la fase expulsiva del parto podría contribuir a disminuir el número de cesáreas en dilatación completa, porque ayudaría a los médicos a determinar la vía de parto más apropiada en cada caso particular, algo que suele resultar difícil cuando la fase expulsiva se prolonga.
La ecografía intraparto ha demostrado su eficacia para el diagnóstico de cefalohematomas en el feto, o valorar la necesidad de partos instrumentales, entre otros usos
Además de la ventaja que supone reducir la cantidad de cesáreas y adaptar la tasa a la recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que no debería superar el 10-15%, la decisión de llevar a cabo esta intervención a veces se adopta tras varios intentos ineficaces de parto instrumental que pueden causar algún daño tanto a la madre como al bebé.
La ecografía intraparto ha demostrado su eficacia para el diagnóstico de cefalohematomas en el feto, para valorar la progresión de la segunda fase del parto, del cuello uterino, de la vejiga, de la diástasis de pubis, o de la necesidad de partos instrumentales, así como para visualizar las vueltas de cordón umbilical, medir el grosor miometrial, o controlar la tercera fase del parto y el bienestar fetal, entre otras funciones.
Como ha explicado el Dr. Marcos Javier Cuerva, del Hospital Quironsalud San José de Madrid, la valoración ecográfica durante la segunda fase del parto ayuda a los obstetras a determinar la posición de la cabeza del feto y el plano o estación de la presentación fetal, además de permitir predecir la vía de parto más apropiada. El experto señala que la medida que más se analiza en esta etapa es el ángulo de progresión, que es el que forma el eje de la sínfisis del pubis y la tangente al cráneo del bebé desde el reborde inferior de la sínfisis.