Las vacunas COVID no aumentarían el riesgo de trastornos menstruales

Las vacunas contra el COVID-19 se desarrollaron y aprobaron con una inusual celeridad debido a la grave situación provocada por la pandemia, por lo que sus posibles efectos secundarios a largo plazo se han ido estudiando a medida que se identificaban en la población. En el caso de las mujeres en edad fértil muchas de ellas afirmaron haber experimentado cambios en su ciclo menstrual, y también hay estudios que han encontrado que la vacunación alteraba el ciclo menstrual y tenía efectos como aumentar su duración o la cantidad de sangrado.

Basándose en estas informaciones, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) incluyó la presencia de sangrado menstrual abundante como un posible efecto secundario de las vacunas de ARN mensajero –las de Pfizer/BioNTech y Moderna–. Sin embargo, una nueva investigación realizados por la Agencia Sueca de Medicamentos y la Universidad de Gotemburgo, en la que se han analizado los datos de 2.946.448 mujeres suecas de entre 12 y 74 años, ha llegado a la conclusión de que la incidencia de trastornos menstruales que requieren atención médica no se incrementó tras recibir las vacunas de ARNm de Pfizer (Comirnaty) o Moderna (Spikevax), o la de AstraZeneca (Vaxzevria).

El estudio se ha publicado en la revista BMJ y es uno de los mayores que se han realizado hasta ahora para evaluar la posible relación causal entre la vacunación contra el SARS-CoV-2 y la aparición de alteraciones en la menstruación. Los investigadores hicieron un seguimiento a estas mujeres entre diciembre de 2020 y febrero de 2022 y no encontraron un mayor riesgo de trastornos menstruales tras la vacunación, aunque sí observaron un riesgo ligeramente superior de consulta médica por sangrado posmenopáusico.

No hubo mayor incidencia de trastornos menstruales tras la vacunación

El riesgo de trastornos menstruales o sangrado tras la vacunación contra el coronavirus se estudió durante dos ventanas de tiempo: 1-7 días –considerado el período de control–, y 8-90 días, en comparación con la incidencia entre las personas no vacunadas. Se tuvieron en cuenta factore que podrían afectar a los resultados, como la edad, la situación socioeconómica y la necesidad de cuidados previos.

“Lo que hemos demostrado es que, aunque los síntomas pueden haber ocurrido y fueron molestos para la mujer, no han sido tan graves como para provocar una visita al médico”

El 87,6% de las mujeres estudiadas (2.580.007) recibieron al menos una vacuna contra el coronavirus y el 64% de las vacunadas recibieron un total de tres dosis antes de que finalizara el seguimiento. “Los mayores riesgos de sangrado en mujeres posmenopáusicas se observaron después de la tercera dosis, en la ventana de riesgo de uno a siete días y en la ventana de riesgo de 8 a 90 días.

Las asociaciones entre la vacunación contra el SARS-CoV-2 y las solicitudes de atención médica debido al sangrado en mujeres posmenopáusicas fueron débiles e inconsistentes, “y se registró incluso menos evidencia de una asociación para trastornos menstruales o sangrado en mujeres premenopáusicas”, han escrito los investigadores, que añaden: “Estos hallazgos no brindan un apoyo sustancial para una asociación causal entre la vacunación contra el SARS-CoV-2 y los contactos de atención médica relacionados con trastornos menstruales o hemorrágicos”.

Rickard Ljung, profesor y médico de la Agencia Sueca de Medicamentos y uno de los responsables del estudio, puntualiza: “Nuestros hallazgos no contradicen necesariamente los informes que, basados ​​en datos autoinformados, mostraron una mayor incidencia de trastornos menstruales después de la vacunación. Lo que hemos demostrado es que, aunque los síntomas pueden haber ocurrido y fueron molestos para la mujer, no han sido tan graves como para provocar una visita al médico”.