Sexualidad en personas con discapacidad intelectual
Los personas con discapacidad intelectual no son individuos asexuados. Desmentimos los mitos que suelen ligarse a su sexualidad y planteamos medidas para romper las barreras que dificultan su desarrollo.

Sexualidad y discapacidad intelectual, rompiendo mitos

María Jiménez Albundio

Por: María Jiménez Albundio

Psicóloga y sexóloga clínica especialista en infertilidad

Actualizado: 4 de diciembre de 2022

Hablamos de discapacidad intelectual cuando tanto la inteligencia como la conducta adaptativa de la persona tienen algún grado de limitación en su funcionamiento desde la infancia, manifestándose en las habilidades sociales que desarrolla en su vida diaria al interactuar con el entorno que les rodea. Nuestro objetivo principal con los individuos con discapacidad intelectual ha de ser dotarles de los apoyos y ayudas necesarias para disminuir sus limitaciones en la medida de lo posible y lograr una mejora en la habituación al ambiente en el que se desenvuelven.

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En estos casos, la intervención cobra una especial importancia y, puesto que ésta debe contemplar las múltiples facetas vitales, la sexualidad no puede quedar fuera del plan de actuación. A continuación, analizaremos a fondo el desarrollo de la sexualidad en las personas con discapacidad intelectual y describiremos brevemente algunas medidas que pueden ayudar a cambiar la situación.

Panorama sexual de las personas con discapacidad intelectual

Vivimos en una sociedad que suele juzgar de manera errónea y restrictiva la sexualidad en personas que tienen algún tipo de déficit intelectual, dificultando así su normalización. Hagamos un ejercicio de reflexión; ¿cuántas veces nos hemos percatado de la negación de la sexualidad en este colectivo? A menudo son tratados como niños carentes de necesidades eróticas durante todo su ciclo vital pero, a la vez, también hemos advertido un cierto temor a que su conducta sexual se descontrole, considerándola incluso enfermiza… ¿Contradictorio verdad?

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Pongámonos en la piel de estas personas y pensemos por un momento que es a nosotros a quiénes nos cohíben cualquier necesidad de índole sexual y somos a menudo castigados por ello… ¿Cómo nos sentiríamos? ¿Qué haríamos al respecto? Sí, muchas de las respuestas que observamos son fruto de estas conductas afloradas a raíz de unas circunstancias adversas que no les proporcionan un escenario adecuado para satisfacer una de las necesidades vitales con naturalidad.

Estos prejuicios y creencias erróneas sobre la sexualidad en personas con discapacidad intelectual no pasan desapercibidos, y sus consecuencias hacen mella tanto en la privación de información y competencias para externalizar de forma adecuada sus impulsos sexuales, como en el rechazo y discriminación que pueden llegar a sufrir estos individuos. Esa excesiva protección y aislamiento les dificultan las relaciones sociales de las que necesitamos todos, reprimiendo cualquier acercamiento y obstaculizándoles el acceso a un área privada dónde poder satisfacer sus necesidades.

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Creado: 17 de octubre de 2014

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