Las personas que sufren trastorno explosivo intermitente presentan brotes de ira sin motivo y de forma impredecible, y pueden dañarse a sí mismos o a los demás. Conoce su tratamiento y cómo reducir sus efectos negativos.
Actualmente se considera que el trastorno explosivo intermitente no tiene cura, pero que sus efectos se pueden controlar, mitigando así sus consecuencias en la vida del paciente y en la de los que le rodean, y facilitando que éste lleve una vida lo más normal posible, que le permita un desarrollo social, personal y laboral adecuado a su especialización. El tratamiento deltrastorno explosivo intermitente busca reducir el número mensual de episodios explosivos, así como la violencia de los mismos, para lo que se requiere de una intervención conjunta:
El tratamiento farmacológico, se busca equilibrar los niveles de serotonina a través de inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (IRSS), así como controlar el estado de ánimo mediante el uso de estabilizadores, además de fenitoína, betabloqueantes, agonistas alfa 2 y antipsicóticos.
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Con respecto al tratamiento no farmacológico, que debe acompañarle destaca:
Terapia conductual, en la que se presta especial atención al desarrollo de habilidades de manejo de las situaciones, mediante el entrenamiento en situaciones (role-play), donde se le enseña al paciente a buscar otras salidas, como contar hasta diez en orden inverso o cambiar el foco de atención de aquello que le provoca tanta ira.
Técnicas de relajación, tanto de visualización positiva como de respiración profunda, con las que se consigue ganar un tiempo extra, desde que el sujeto se irrita hasta que estalla, lo suficiente para que se pierda esa motivación inicial, y no se desencadene el episodio de ira.
Entrenamiento en habilidades sociales, para compensar los efectos perniciosos de su trastorno, a la vez que le ayuda a expresar su malestar de forma sosegada.
Entrenamiento cognitivo, con el que se ayuda a la persona a valorar las situaciones en su justa medida, en vez de ver todo como una amenaza o una agresión hacia su persona.
Consejos para prevenir el trastorno explosivo intermitente
Aunque todavía no existe cura para el trastorno explosivo intermitente, se pueden seguir estos consejos con el objetivo de evitar, o minimizar en la medida de lo posible, los efectos negativos del mismo:
Cuando se produzca el primer episodio tratar de explicar, una vez que haya terminado, las consecuencias negativas del mismo.
Si el afectado es un niño pequeño y los padres no saben distinguir si es una rabieta repetida o su conducta violenta se debe a este trastorno, deben acudir a un especialista para diagnosticarlo correctamente.
Si el sujeto empieza a romper cosas o daña a otras personas, es necesario consultar inmediatamente con un especialista, y no pensar que hay que esperar a que “se le pase con el tiempo”.
Procurar no enfrentarse a la persona durante el episodio violento, ni tratar de calmarla una vez que ha comenzado el mismo, ya que con la intervención no se consigue detener el acceso de ira y, por el contrario, cabe la posibilidad de que el mediador acabe siendo agredido.
Intentar que la persona recoja y repare aquello que haya tirado o roto, como una forma de que se responsabilice de sus actos.
Ayudar a la persona a que incorpore pequeñas rutinas en su vida, como realizar ejercicios de respiración profunda, contar desde diez a cero cuando se empiece a poner nerviosa o algo le incomode, intentar ver el lado positivo a cualquier situación que le desagrade…