Aracnofobia, cómo vencer el miedo a las arañas
Actualizado: 4 de mayo de 2023
Ahora que las telarañas han dejado Halloween atrás y copan las marquesinas de las calles con el estreno de la nueva película de Spider-Man: No Way Home, son muchos los que corren a comprar palomitas, mientras algunos pocos… corren a esconderse bajo las sábanas. Y es que el terror que provocan las arañas llega a ser patológico para algunos individuos. La aracnofobia es el miedo o temor irracional a los arácnidos, entre los que podemos incluir arañas o escorpiones. Como decimos, es uno de los miedos más extendidos debido a que tiene un componente evolutivo, ya que no son pocos los estudios que sugieren que este tipo de temores nos protegen ante circunstancias que pueden comprometer nuestra vida con solo una picadura o mordedura venenosa. Por ello, la aracnofobia, al igual que la fobia a las serpientes y otros reptiles, está presente en gran parte de la población. Este rechazo puede oscilar desde un simple asco, hasta una aversión, un miedo, o una fobia. Descubre cómo diferenciar un simple miedo a las arañas de la aracnofobia.
Fobia a los arácnidos: qué es y cómo se diagnostica
La aracnofobia es un tipo de fobia específica. Podemos definir el miedo como una respuesta emocional natural que nos permite evitar situaciones que pueden ser peligrosas para nuestra seguridad física o psicológica y nos ayuda a adaptarnos mediante una estrategia eficaz, como puede ser escapar o no exponernos a esas circunstancias que tememos, sin que esto suponga una interferencia en nuestras vidas.
Sin embargo, la fobia es una respuesta exagerada e injustificada de miedo que, por su frecuencia, intensidad o duración, nos desajusta y provoca un temor que no podemos controlar; es decir, mientras que el miedo nos ayuda a adaptarnos a nuestro entorno, la fobia interfiere en dicha adaptación.
Así, en el caso que nos ocupa, para diagnosticar que una persona padece aracnofobia se tienen que cumplir los siguientes criterios diagnósticos:
Respecto al último criterio, debido a que en la actualidad no estamos expuestos a las arañas, la aracnofobia no tiene grandes consecuencias sobre la vida de quien la padece, y esta interferencia es aún menor en las zonas urbanas que en las rurales, donde la presencia de arañas y arácnidos puede ser mayor. Sin embargo, a pesar de que la aracnofobia no se asocie con limitaciones funcionales importantes, sí puede tener un impacto importante en la vida del afectado por no verse capaz de superar su miedo.
Causas de la aracnofobia: por qué tememos a las arañas
El temor a las arañas es un tipo de miedo que muchos consideran como “miedos incubados”. Este tipo de fobias son como una especie de mensaje guardado en nuestros genes para protegernos de aquellos lugares, personas, objetos y sustancias que puedan suponer un peligro para nuestra vida, y esa es la razón por la que nacemos con cierta propensión a desarrollar más fácilmente una fobia a esas situaciones.
Los miedos incubados son universales, es decir, están presentes en todos los miembros de la especie. Nacemos con ellos –son de carácter innato–, sin embargo, es necesario encontrarse en el contexto en el que se halla el estímulo para que se activen, por lo que son dependientes de la activación ambiental o contextual.
Existe un fenómeno denominado ‘calibración ambiental’ que permite que hayamos evolucionado para adaptarnos al ambiente. Gracias a la calibración ambiental, es más fácil que despierte el miedo a peligros que están presentes en nuestro entorno, lo que significa que es raro que las personas que viven en la ciudad tengan fobia a las serpientes, tarántulas, etcétera, mientras que el miedo a los espacios cerrados o a las multitudes es más frecuente en ellas que en la población rural, en cuyo entorno es más fácil encontrarse arácnidos o reptiles.
Una vez que la fobia a las arañas ha aparecido, las conductas de evitación o escape de la situación temida hacen que el miedo se mantenga
Sin embargo, todos conocemos el caso de la persona de ciudad que no soporta los “bichos del campo”, y a la persona del campo a la que se le hacen insoportables las “aglomeraciones de gente que se producen en la urbe”. Esto es debido a que el miedo y la experiencia interaccionan entre sí. Y por ello, aunque la aracnofobia es menos probable en los individuos que residen en zonas urbanas, una vez que aparece, la ausencia de la exposición a los arácnidos hace que el afectado no aprenda a gestionar su miedo, dando lugar a la fobia.
Los miedos incubados interaccionan, por tanto, con la exposición directa al miedo (forma de aprendizaje de la fobia denominada condicionamiento clásico), o con la observación o información recibida sobre las consecuencias negativas de lo que temen (aprendizaje vicario u observacional). Una vez que la fobia ha aparecido, las conductas de evitación o escape de la situación temida hacen que el miedo se mantenga, ya que la persona experimenta un alivio de su ansiedad nada más evitar o marcharse del lugar donde está el arácnido, lo que produce un refuerzo de la conducta de evitación. Este aprendizaje se conoce como condicionamiento instrumental u operante y no solo mantiene la fobia por el proceso anteriormente descrito, sino porque, al macharse, la persona no desarrolla habilidades para afrontar su miedo, en este caso a los arácnidos.
Consejos para superar la aracnofobia
No hay otro camino, por mucho que le des vueltas y busques atajos, para superar los miedos, como la aracnofobia, debes enfrentarte a ellos. Esta exposición debe reunir una serie de características que te explicamos a continuación para poder vencer el miedo a las arañas:
Creado: 17 de diciembre de 2021