Nutrición y enfermedades cardiovasculares
La alimentación es pieza clave en la prevención o recuperación de enfermedades cardiovasculares. Conoce el efecto positivo o negativo de determinados nutrientes para la salud de tu corazón.

Alimentación para prevenir enfermedades cardiovasculares

Arantza Ruiz de las Heras

Por: Arantza Ruiz de las Heras

Dietista-Nutricionista, Complejo Hospitalario de Navarra

Actualizado: 5 de septiembre de 2022

La enfermedad cardiovascular engloba una serie de dolencias que afectan al corazón y los vasos sanguíneos. Entre estas patologías se encuentran, por ejemplo, la arterioesclerosis, el infarto agudo de miocardio, la angina de pecho, el ictus, los aneurismas o la hipertensión arterial.

Su frecuencia y gravedad han convertido a las enfermedades cardiovasculares en la primera causa de mortalidad en los países industrializados de unos años a esta parte. El crecimiento en su diagnóstico y desarrollo ha sido vertiginoso debido a la gran influencia que tiene en su aparición hábitos como la alimentación, la práctica de ejercicio físico o el tabaco. Por ello, estos son los tres pilares que conforman la prevención de esta dolencia. En este artículo nos centraremos en la importancia de cuidar la dieta para mantener un corazón sano. Especialmente en lo que se refiere a la elección adecuada de los alimentos que tienen la capacidad de prevenir, frenar y revertir algunos síntomas, o por el contrario, de rechazar aquellos cuyos componentes puedan ser nocivos para estos procesos.

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Por supuesto, no debemos olvidarnos de que es vital practicar actividad física, con el fin de mantener un correcto estado de salud y un peso dentro de los límites saludables; ni del tabaco, como grave factor de riesgo en la aparición y desarrollo de la enfermedad del corazón que debemos evitar.

Alimentación para prevenir patologías relacionadas con enfermedades cardiovasculares

Varios son los procesos, dentro de la alimentación, que influyen de manera decisiva en la patología cardiaca. Entre los más relevantes y que debemos controlar para mantener sano nuestro corazón están:

  • Hipercolesterolemia

    Hipercolesterolemia

    Es el aumento de colesterol total en sangre (por encima de 200 mg/dl). Especial cuidado debemos tener con el aumento del denominado LDL-colesterol (colesterol malo, especialmente peligroso cuando sobrepasa los 130-160 mg/dl), que se deposita en las paredes de los vasos favoreciendo la formación de la placa de ateroma, con el consiguiente daño en dicha pared y la reducción del espacio que tiene la sangre para pasar. Por su parte, el colesterol HDL (el bueno) se lleva parte de esos almacenamientos sanguíneos para ser eliminados, por lo que sí conviene tenerlo alto (más de 35 mg/dl en el hombre y de 40 mg/dl en la mujer).

    Debemos tener en cuenta que el colesterol es necesario para la vida y la mayoría de nuestro colesterol lo fabrica el propio organismo. El efecto que el colesterol de la dieta tiene sobre el colesterol sanguíneo es bajo, y son más nocivos los productos con grasas saturadas (principalmente animales) que los productos con colesterol. De esta manera, el huevo que hace pocos años estaba prohibido en todas las dietas de colesterol, ahora se recomienda su consumo en una o dos unidades por semana. Los componentes que mayor influencia a la hora de aumentar el colesterol plasmático bueno son las grasas insaturadas: monoinsaturadas (aceite de oliva virgen, aguacate, aceite de girasol alto oleico…) y poliinsaturadas (especialmente con ácidos grasos omega 3: pescado azul, frutos secos, aceites de semillas, etcétera). Este colesterol bueno también se aumenta a través de la práctica de ejercicio físico.

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  • Hipertrigliceridemia

    Hipertrigliceridemia

    Aumento de triglicéridos (grasas) en sangre. Estos lípidos sirven de materia prima para la formación de esos acúmulos en los vasos sanguíneos.

    Si tenemos unos valores elevados conviene eliminar el alcohol y los azúcares que en exceso se transforman en triglicéridos. El mantenimiento de un peso saludable también ayuda a controlar este parámetro.

  • hipertension

    Hipertensión arterial

    Aumento de la fuerza que necesita el corazón para impulsar la sangre a través de los vasos sanguíneos. Si está por encima de 140/90 mmHg, cuidado.

    Mantener un peso apropiado, estar correctamente hidratados, restringir componentes excitantes de la dieta (cafeína, teína) y reducir la ingesta de sal son las claves para mantenerla a raya. El rápido ritmo de nuestras jornadas habituales con un nivel de exigencia muy elevado y el estrés tampoco favorecen un correcto control de la hipertensión.

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  • Obesidad

    Obesidad

    Aumento de la grasa corporal por encima de lo normal. Pero, además, es importante la localización de esta grasa. Si la grasa se localiza en la zona de caderas y glúteos (obesidad ginoide o en forma de pera) es una acumulación que no tiene tanta relación con la enfermedad cardiovascular. Por el contrario, si la grasa se deposita principalmente en tórax y abdomen (obesidad androide o en forma de manzana) la implicación en patologías del corazón es mucho mayor.

    Entre otras medidas, deberás reducir tu ingesta calórica, comer de manera más equilibrada e intentar incrementar el gasto calórico, fundamentalmente mediante hábitos de vida menos sedentarios y la práctica de ejercicio físico.

  • Diabetes

    Diabetes mellitus

    Un mal control de la glucemia o azúcar en sangre va deteriorando la integridad de los capilares. Con una glucemia en ayunas de 120 mg/dl es necesario vigilar la evolución.

    Controla sus síntomas y la alimentación si la padeces para evitar problemas asociados al corazón. Para ello, evita los hidratos de absorción rápida (azúcares, bollería…); decántate por la dieta mediterránea, evita el alcohol y equilibra tu ingesta calórica.

    Cuando aparecen tres o más de los factores anteriores asociados, se produce lo que se denomina síndrome metabólico. Para controlar este peligroso cóctel has de tener muy presentes estas pautas alimentarias

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Creado: 23 de abril de 2014

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