Placenta accreta

Se denomina placenta accreta a una excesiva adherencia de la misma a la pared uterina. Causa hemorragia vaginal, y puede precisar una histerectomía, por lo que detectarla a tiempo es vital para evitar riesgos en el parto.

Qué es la placenta accreta

Dibujo de placenta accreta
Eva Salabert

Por: Eva Salabert

Periodista experta en salud

Actualizado: 5 de septiembre de 2022

En ocasiones, la placenta se adhiere excesivamente a la pared uterina. Esto es muy poco frecuente y sucede, aproximadamente, en 1 de cada 2.500 embarazos. En el 75% de estos casos, la placenta se adhiere al miometrio (cubierta muscular del útero) y se denomina placenta accreta. La placenta increta y percreta (menos comunes) penetran a mayor profundidad en el músculo uterino o en la pared uterina. La placenta percreta se puede expandir a otros órganos próximos, como la vejiga.

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Este trastorno frecuentemente es asintomático, excepto si está asociado a placenta previa, por lo que no se suele detectar hasta el momento del parto; sin embargo, puede presentarse una hemorragia vaginal durante el tercer trimestre del embarazo, y se diagnostica mediante un examen por ultrasonidos.

El parto en las mujeres que sufren este problema suele ser prematuro, mediante cesárea. Tras el nacimiento del bebé, la placenta accreta no se separa totalmente del útero, lo que puede llegar a provocar una peligrosa hemorragia, por ello es preciso extraer este órgano quirúrgicamente y, en la mayoría de los casos, se debe realizar también una histerectomía (extirpación del útero).

Complicaciones de la placenta accreta

Si tu deseo es tener otro hijo y te han podido diagnosticar a tiempo la placenta accreta –esto se puede hacer mediante una prueba de ultrasonido, o una resonancia magnética– se puede intentar salvar el útero mediante un procedimiento quirúrgico, aunque no siempre es posible, o seguir el tratamiento conservador que consiste en dejar la placenta en el interior del útero para que el organismo la reabsorba.

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Causas y factores de riesgo de placenta accreta

No se sabe cuál es el origen de esta implantación anómala de la placenta, aunque se presenta habitualmente en mujeres que tienen placenta previa, o en aquellas a las que se les han practicado cesáreas o algún tipo de cirugía en el útero con anterioridad. Los factores de riesgo que aumentan la posibilidad de placenta accreta son:

  • Intervención quirúrgica previa en el útero. Las mujeres que se han sometido a una cirugía uterina antes del embarazo son más propensas a sufrir una implantación anómala de la placenta.
  • Placenta previa. Se trata del factor de riesgo más frecuente, especialmente cuando la mujer ha tenido un embarazo anterior en el que el bebé nació mediante cesárea. Cuantas más cesáreas anteriores, más aumentan las posibilidades de placenta accreta en una embarazada con placenta previa.
  • Edad de la madre superior a 35 años.
  • Multiparidad. El riesgo también aumenta con cada nuevo parto.
  • Miomas submucosos.
  • Alteraciones en el endometrio (capa mucosa que recubre el interior del útero).

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Complicaciones de la placenta accreta

La placenta accreta puede originar graves complicaciones como:

  • Hemorragia vaginal intensa.
  • Rotura uterina.
  • Infección.
  • Pérdida de la capacidad reproductiva, ya que normalmente es necesario extirpar el útero junto a la placenta.
  • Parto prematuro. La placenta accreta puede adelantar el parto y que este se produzca antes de la semana 37 de embarazo. Si la mujer sufre hemorragias severas, también será necesario realizarle una cesárea antes de la fecha prevista de parto.
  • Mortalidad fetal. Es muy poco frecuente en los países desarrollados y se debe, sobre todo, a la prematuridad.
Doctor realizando una ecografía a una embarazada
Con la ecografía se puede diagnosticar la placenta accreta

Diagnóstico y tratamiento de la placenta accreta

Si la embarazada tiene factores de riesgo para presentar esta anomalía, como placenta previa, o haberse sometido a una cirugía uterina antes del embarazo, el especialista debe examinar la implantación de la placenta, y los dos principales métodos de diagnóstico para detectar este problema son la ecografía y el doppler.

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Otros métodos que permiten diagnosticar placenta accreta antes del parto son:

  • Resonancia magnética.
  • Análisis de sangre para determinar la cantidad de alfafetoproteína (AFP), una proteína que produce el feto y se puede detectar en la sangre de la madre, y cuyo incremento está asociado a la placenta accreta.
  • Ecografía intraoperatoria.
  • Cistoscopia.

El diagnóstico en el transcurso del parto se basa en manifestaciones clínicas como:

  • Hemorragia intensa en la zona de la inserción placentaria tras una extracción forzada durante la cesárea.
  • Imposibilidad la extracción manual completa de la placenta, resultando evidente que existe una retención.
  • Ausencia de decidua o fibras musculares en contacto con las vellosidades placentarias.
  • Falta de escisión entre la placenta y el miometrio (cubierta muscular del útero).

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Tratamiento de la placenta accreta

Si la placenta accreta se diagnostica durante el embarazo, el tratamiento se basa en hacer un seguimiento más estricto a la madre, y establecer una cesárea programada con histerectomía (extracción del útero) alrededor de la semana 35 de embarazo, tras comprobar que la madurez de los pulmones del feto es apropiada.

Ecografía

Sin embargo, en los últimos años se han realizado estudios para comprobar la efectividad del tratamiento conservador, que consiste en no intentar extraer la placenta –esto podría originar una hemorragia muy grave que pusiera en peligro la vida de la madre– ni realizar la histerectomía, sino dejar la placenta en el útero y esperar para que el organismo la reabsorba, con el objetivo de preservar la fertilidad de la paciente.

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Este abordaje debe ser estudiado en cada caso particular, dependiendo de la edad y otras características de la paciente, y puede ser el más recomendable, por ejemplo, si se trata de una mujer joven que desea tener más hijos, o si se encuentra afectada la vejiga.

Se han realizado estudios en los que mujeres que habían sufrido placenta accreta en un embarazo anterior, y se les había dejado en el útero consiguiendo la reabsorción, lograron posteriormente dar a luz bebés sanos. Sin embargo, la mujer debe conocer tanto las ventajas como los riesgos que supone el tratamiento conservador.

En primer lugar, la paciente debe someterse a un seguimiento y control intensivos por el riesgo de que se produzca una infección, una hemorragia o un embolismo pulmonar y, en algunos casos, puede ser necesario recurrir finalmente a la histerectomía. Además, las mujeres que ya han sufrido placenta accreta tienen muchas posibilidades de volver a presentar ésta u otras complicaciones en el siguiente embarazo.

Creado: 25 de noviembre de 2010

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