Bacterias intestinales alteradas pueden ayudar a predecir el alzhéimer

La microbiota intestinal de las personas sin deterioro cognitivo, pero con cambios cerebrales asociados al alzhéimer es diferente a la de individuos sanos, lo que puede ayudar a la detección temprana y la prevención de sus síntomas.
Bacterias intestinales

16/06/2023

Analizar la composición de la microbiota intestinal podría ayudar a identificar a las personas con más riesgo de desarrollar alzhéimer, ya que una vez que han comenzado los cambios cerebrales asociados a esta enfermedad neurodegenerativa, pero antes de que empiecen a manifestarse los síntomas cognitivos, la variedad de bacterias presentes en el intestino es diferente a la de las personas sanas, según ha descubierto un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis.

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“Todavía no sabemos si el intestino está influyendo en el cerebro o el cerebro está influyendo en el intestino, pero en cualquier caso es útil conocer esta asociación”, ha afirmado el coautor Gautam Dantas, Profesor Conan de laboratorio y Medicina Genómica. “Podría ser que los cambios en el microbioma intestinal sean solo una lectura de los cambios patológicos en el cerebro. La otra alternativa es que el microbioma intestinal esté contribuyendo a la enfermedad de Alzheimer (EA), en cuyo caso alterar el microbioma intestinal con probióticos o trasplantes fecales podría ayudar a cambiar el curso de la enfermedad”.

Los resultados de la nueva investigación se han publicado en Science Translational Medicine y podrían permitir la detección precoz del alzhéimer a través del análisis de la comunidad bacteriana intestinal y contribuir al desarrollo de terapias capaces de alterar el microbioma del intestino para prevenir el deterioro cognitivo.

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Promover bacterias 'buenas' o eliminar 'malas' para prevenir alzhéimer

Aunque ya se sabía que los microbiomas intestinales de los pacientes con síntomas de alzhéimer eran diferentes a los de las personas sanas de la misma edad, hasta ahora no se habían examinado los microbiomas intestinales de personas que ya presentaran acumulaciones de proteínas beta amiloide y tau en sus cerebros –características de esta patología–, pero que todavía no manifestasen signos de neurodegeneración o deterioro cognitivo.

“Algún día, las personas podrán proporcionar una muestra de heces y averiguar si tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer”

“Para cuando las personas tienen síntomas cognitivos, hay cambios significativos que a menudo son irreversibles”, ha destacado el Dr. Beau M. Ances, profesor de neurología Daniel J. Brennan y el otro coautor. “Pero si se puede diagnosticar a alguien muy temprano en el proceso de la enfermedad, ese sería el momento óptimo para intervenir de manera efectiva con una terapia”.

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Dantas, Ances y la primera autora Aura L. Ferreiro, evaluaron a 164 voluntarios, que eran cognitivamente normales, y les realizaron escáneres cerebrales (PET y MRI) que revelaron que alrededor de un tercio de ellos (49) tenía biomarcadores de EA preclínica temprana. Los participantes también proporcionaron muestras de heces, sangre y líquido cefalorraquídeo y llevaron un diario de los alimentos que ingerían.

Aunque los voluntarios comían básicamente la misma dieta un análisis reveló que las personas sanas y las personas con enfermedad de Alzheimer preclínica tenían bacterias intestinales marcadamente diferentes, tanto respecto a las especies de bacterias presentes como a los procesos biológicos en los que esas bacterias están implicadas. Estas diferencias se correlacionaron con los niveles de amiloide y tau, que aumentan antes de que aparezcan los síntomas cognitivos, pero no se correlacionaron con la neurodegeneración, que se vuelve evidente cuando las habilidades cognitivas comienzan a disminuir. Estas diferencias se podrían usar potencialmente para detectar la enfermedad de Alzheimer temprana, han asegurado los investigadores.

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“Lo bueno de usar el microbioma intestinal como herramienta de detección es su simplicidad y facilidad”, dijo Ances. “Algún día, las personas podrán proporcionar una muestra de heces y averiguar si tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Sería mucho más fácil, menos invasivo y más accesible para una gran parte de la población, especialmente los grupos subrepresentados, en comparación con los escáneres cerebrales o las punciones lumbares”.

Los investigadores han puesto en marcha un estudio de seguimiento de cinco años diseñado para determinar si las diferencias en el microbioma intestinal son una causa o una consecuencia de los cambios cerebrales que se observan en las primeras etapas del alzhéimer. “Si hay un vínculo causal, lo más probable es que el vínculo sea inflamatorio”, dijo Dantas. “Las bacterias son estas asombrosas fábricas químicas, y algunos de sus metabolitos afectan la inflamación en el intestino o incluso llegan al torrente sanguíneo, donde pueden influir en el sistema inmunológico de todo el cuerpo. Todo esto es especulativo en este momento, pero si resulta que existe un vínculo causal, podemos comenzar a pensar si promover las bacterias ‘buenas’ o eliminar las bacterias ‘malas’ podría ralentizar o incluso detener el desarrollo de alzhéimer sintomático”.

Actualizado: 16 de junio de 2023

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