Los hijos de padres longevos viven más y más sanos

Los hijos de padres longevos aumentan en un 17% su esperanza de vida por cada década que sus padres vivieron por encima de los 70 años, según demuestra un estudio en el que han participado 200.000 ciudadanos británicos.
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El riesgo de sufrir hipertensión o infarto de miocardio puede decrecer hasta un 20% si alguno de los padres supera los 80 años de edad.

Existe una estrecha relación entre la longevidad de los padres y la de sus hijos, según los resultados de un estudio llevado a cabo por un grupo internacional de investigadores, y publicado por el diario Journal of the American College of Cardiology. Por primera vez se ha podido demostrar que conocer la edad a la que fallecieron los padres puede ayudar a predecir el riesgo de enfermedades cardiovasculares de sus descendientes: estos últimos tienen hasta un 20% menos probabilidades de sufrir enfermedades cardíacas y circulatorias en su vejez por cada década que sus padres vivieron por encima de los 70, lo que también les proporcionaría una mayor calidad de vida durante las décadas de los 60 y los 70 años.

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La investigación, la más significativa hecha hasta la fecha sobre este particular, ha estudiado durante ocho años a casi 200.000 británicos (con edades comprendidas entre los 55 y los 73 años al inicio de la observación) cuyos padres ya fallecidos habían participado de forma voluntaria en el UK Biobank, una iniciativa británica que busca recopilar datos de ciudadanos para su utilización en investigaciones vinculadas a la salud.

El estudio, dirigido por la Universidad de Exeter, prueba por primera vez que conocer la edad a la que fallecieron los padres puede ayudar a predecir el riesgo de enfermedades cardiovasculares de los hijos

Los resultados del estudio, que ha sido dirigido desde la universidad británica de Exeter, demuestran que los hijos cuyos padres fueron longevos aumentaron hasta en un 17% su esperanza de vida por cada década extra que alguno de sus progenitores vivió por encima de los 70 años. Esto se debe a la relación encontrada entre la longevidad de los padres y la incidencia de enfermedades circulatorias, insuficiencia cardíaca, o derrames cerebrales, entre muchas otras. Así, por ejemplo, el riesgo de sufrir hipertensión o infarto de miocardio puede decrecer hasta en un 20% si alguno de los padres superó la barrera de los 80 años, mientras que la prevalencia del cáncer también se ve reducida en un 7%.

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Tras ocho años de análisis, los investigadores también encontraron correlación en el sentido inverso; es decir, los hijos de padres que fallecieron jóvenes también tienen más probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares y de morir a una edad más temprana. De esta forma queda demostrado el peso que la genética tiene en nuestra longevidad y en nuestra salud a partir de los 60 años, ya que la edad que tienen los padres en su fallecimiento sigue siendo predictiva de la longevidad de sus hijos, aun teniendo en cuenta factores como el tabaquismo, el alcoholismo, la obesidad, o la ausencia de ejercicio físico por parte de los descendientes. 

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Actualizado: 15 de febrero de 2018

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