Colores de la leche materna: qué indica cada tonalidad

La leche materna es un fluido vivo que cambia en su composición y en su apariencia, por lo que puede adquirir diferentes tonalidades, en ocasiones bastante perceptibles. Expertas en lactancia nos explican a qué se debe cada color.
Madre amamantando a su bebé recién nacido
Amparo Luque

Por: Amparo Luque

Periodista experta en embarazo e infancia

Actualizado: 14 de noviembre de 2023

Si te piden que pienses en la leche materna, es probable que de forma instintiva la imagines de color blanco. Y, efectivamente, la mayor parte del tiempo es así. Sin embargo, como un fluido vivo que es, va cambiando su composición (proteínas, aminoácidos, hormonas, vitaminas, minerales, hidratos de carbono, ácidos grasos…) para adaptarse a los requerimientos del bebé. En consecuencia, su aspecto también se modifica, pudiendo adquirir diferentes tonalidades. Inma Mellado, consultora certificada en lactancia materna (IBCLC) y presidenta de la Asociación Española de IBCLCs explica: “A diferencia de la leche de vaca, que es mucho más blanca, la leche humana suele tener un color más blanquecino y grisáceo; crema-amarillo si se trata de calostro”.

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Por su parte, la asesora de lactancia y psicóloga clínica Purificación Barroso añade: “La siguiente al calostro, la leche de transición, continúa siendo cremosa, pero no tan densa, y tiene un color más crema. La leche madura, que es la que tenemos el tiempo que dura nuestra lactancia, suele presentar distintos tonos de blanco, como un azul claro, más amarillenta… En principio, todas las tonalidades dentro del blanco son normales”.

Además, aunque no necesariamente, también puede cambiar a lo largo de la misma toma: “Depende de muchos factores como la frecuencia de las tomas. En algunos momentos puede ser más blanquecina (por mayor presencia de caseína) y en otros algo más crema por una mayor presencia de glóbulos de grasa, pero el orden de esta coloración puede variar”, expone Inma Mellado.

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Pero, ¿qué pasa cuando la leche materna se vuelve verde o negra, por ejemplo? Pues significa que la dieta materna, causas fisiológicas, la toma de determinados medicamentos o ciertas patologías pueden darle otros colores. Es más, “cuando nuestro bebé está enfermo, también cambia la composición de la leche para adaptarse a esas nuevas necesidades y, por ello, su apariencia”, aclara Purificación Barroso.

En definitiva, en general no hay que preocuparse por los cambios de tonalidades de nuestra leche; Inma Mellado deja claro que: “El color de la leche materna no la hace más o menos sana porque es perfecta en sí misma”. Sin embargo, es conveniente conocer las coloraciones que pueden ser anormales y vigilar que no haya ningún problema para practicar una lactancia exitosa.

Distintos colores de leche materna

4 colores de la leche materna y sus causas

Aunque normalmente no nos percatamos del color de nuestra leche, a no ser que nos la extraigamos (o haya algunos restos en las deposiciones del bebé), vamos a descubrir cuáles son los diferentes tonos en los que puede presentarse:

  • Leche materna verde: la dieta de la madre influye en la leche materna. Cuando la leche se vuelve verdosa se puede deber a que se han consumido muchas verduras de hoja verde o algas, bebidas isotónicas con colorantes, o incluso un exceso de vitaminas.
  • Leche materna negra: la causa de que la leche tenga pigmentos negros son determinados fármacos, como revela un estudio científico. “Se trata de un caso bastante extraordinario”, aclara Inma Mellado. También, según indica la Asociación Australiana de Lactancia Materna (ABA), si la leche es de color café/chocolate, negro o verde oliva puede significar la presencia de sangre.
  • Leche materna naranja: al igual que sucede con el verde, los alimentos o bebidas anaranjados como zumos, zanahorias, calabaza, gelatinas… pueden hacer que la leche materna se tiña ligeramente de este color o adquiera un tono amarillento.
  • Leche materna roja o rosada: estas coloraciones pueden deberse a un consumo importante de algunos alimentos como la remolacha, o a colorantes de otros productos alimenticios, pero también pueden indicar otros problemas que no deben desatenderse. “En las ocasiones en las que hay alguna grieta en el pecho, la leche puede tener un color rosa o rojizo debido a la mezcla con la sangre”, expone Purificación Barroso. En estos casos, no hay ningún problema porque el bebé la tome, pero es recomendable consultar con la matrona o con profesionales médicos especializados en lactancia para encontrar soluciones y evitar que el problema empeore. Además, la leche puede adquirir una coloración rosa brillante “por una infección cuyo agente causante sea la bacteria serratia marcescens, apunta la experta Mellado.

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Leche materna marrón por el síndrome de las tuberías oxidadas

Durante los primeros días de lactancia, puede ocurrir que la leche presente un color marrón o rojizo oscuro, similar al óxido. Esto se debe a lo que se denomina ‘síndrome de las tuberías oxidadas’ o ‘síndrome rusty pipe’, de baja incidencia y más común en madres primerizas. “Esta tonalidad nos indica que hay ciertos restos de sangre. Es un síndrome benigno, suele ocurrir en los primeros días posparto y se debe a sangre procedente de ciertos pequeños vasos sanguíneos en el tejido glandular”, explica la presidenta de la Asociación Española de IBCLCs Inma Mellado.

Se trata, por tanto, de un fenómeno fisiológico en ambas mamas que no es doloroso, no perjudica ni a la madre ni al bebé y, por tanto, no impide la lactancia materna, ni debe interrumpirla, ya que se suele solucionar en pocos días (aproximadamente una semana) sin necesidad de tratamiento alguno y mejora conforme aumenta la producción de leche.

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En este caso no estamos hablando de ninguna patología, pero siempre es conveniente estar pendientes de las secreciones y consultar al profesional médico si, como advierte la asesora Barroso: “Sale cualquier fluido de nuestro pecho fuera del periodo de lactancia o del embarazo, o si el fluido tiene un aspecto mucho más claro, pegajoso, con trazos de sangre…”, así como “si la secreción se produce de manera espontánea y, especialmente, si lo hace sólo por uno de los dos pezones”, añade Inma Mellado. Hay que estar atentos porque, por ejemplo, algunas formas de cáncer de mama pueden provocar sangrado. 

Succionador de leche materna

Cambios de color de la leche materna al extraerla o almacenarla

El color de la leche materna también cambia un poco cuando la extraemos y guardamos. Al sacárnosla presenta un color blanco-azulado, casi gris; y al guardarla en el frigorífico, cuando se enfría, tiende a separarse en capas: en la parte superior queda una más espesa y cremosa de color amarillo o blanco, y en la parte inferior una más delgada, transparente o de coloración azulada.

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Además, cuando se congela “puede adquirir una coloración algo más amarillenta. Y si la almacenas en bolsas de congelación pueden aparecer manchas blancas, especialmente visibles si lo haces horizontalmente, que no suponen ningún problema en la leche”, explica la IBCLC Inma Mellado.

Son cambios de color absolutamente normales, pero lo que quizás nos preocupe es que al descongelarla tiene un “olor y sabor agrio, como jabonoso o metálico. Eso no es porque se haya estropeado, sino porque se ha activado la lipasa, que es una enzima que tiene la leche materna. Esta leche es perfectamente consumible por nuestro bebé”, remata la asesora de lactancia Barroso.

Creado: 14 de noviembre de 2023

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