Calostro, el oro de la lactancia materna
Actualizado: 4 de mayo de 2023
La leche materna es el alimento diseñado específicamente para el bebé; no sólo le aporta todos los nutrientes necesarios sino que es capaz de adaptarse a sus necesidades en todo momento, desde el nacimiento hasta los primeros años de vida. La producción de la leche de la madre se inicia ya durante el embarazo, algo que, según, explica Myriam Triana Junco, pediatra-neonatóloga, IBCLC y autora del blog A demanda, “algunas mujeres pueden notar por el goteo de leche en el tercer trimestre”. Será tras el parto cuando el recién nacido comience a alimentarse del calostro, un líquido algo más espeso y de tono amarillo, y que la madre producirá durante los primeros tres o cuatro días de vida de su hijo. Después, en torno al tercer día se produce la llamada subida de la leche, una ingurgitación de las mamas, y al 4º-5º día llegará la llamada leche de transición, que dará paso, hacia las dos semanas posparto, a la leche madura.
Protección y alimento: qué es el calostro y qué le aporta al bebé
El calostro es por su composición lo que necesita nutricionalmente el recién nacido en sus primeros días de vida. Y es que, según Myriam Triana, “contiene menos lactosa, menos grasa y menos vitaminas hidrosolubles que la leche madura; sin embargo, tiene mayor cantidad de proteínas, vitaminas liposolubles, carotenos y minerales como sodio y cinc. Es un poco menos calórico que la leche madura (67kcal/100ml frente a 75kcal/100ml)”.
Además, señala la pediatra que el calostro tiene una elevada cantidad de elementos protectores que protegen frente a infecciones al recién nacido: “La principal función del calostro es la de proteger al bebé, ya que contiene elementos de defensa (lactoferrina, inmunoglobulina A, oligosacáridos, macrófagos y linfocitos) frente a infecciones, y que por tanto son de vital importancia para el recién nacido con un sistema inmunológico todavía inmaduro”.
El bebé irá tomando pequeñas cantidades de calostro –perfectamente ajustadas a la capacidad del estómago del recién nacido–, en tomas de mayor o menor duración, pero que se podrán repartir entre 8 y 12 mamadas. “El calostro se produce en la cantidad suficiente para cubrir las necesidades del bebé y le permite aprender a coordinar succión-deglución-respiración. Por su diferente composición facilita su digestión y la eliminación del meconio, y permite la adecuada colonización del intestino, además de tener la osmolaridad adecuada a los riñones, aún inmaduros, del recién nacido”, cuenta Myriam Triana.
Según explica Alba Padró, asesora de lactancia e IBCLC en LactApp, es habitual que los recién nacidos se muestren “ansiosos y demandantes” y que quieran “estar pegados al pezón y succionar de manera continua”. Esto que puede interpretarse como falta de alimento o rechazo hacia el calostro es en realidad necesario y normal, ya que como explica la asesora, significa que el recién nacido “está realizando un trabajo para garantizar la llegada de la leche de transición, que es la leche que precede a la leche madura, y el buen establecimiento de la lactancia materna”.
Mitos que perduran en torno al calostro
En torno al calostro, como ocurre con la lactancia materna en general, giran numerosos mitos; muchos de ellos antiguos y compartidos por diferentes culturas en diferentes períodos, y por lo general, como suele ocurrir en estos casos, falsos, como nos explican las expertas en lactancia:
Creado: 2 de abril de 2019