Comidas navideñas con bebés: qué debemos evitar
Actualizado: 4 de mayo de 2023
La educación alimentaria es fundamental en la construcción de una vida saludable. Y esto debe hacerse cuanto antes: desde que comenzamos a ofrecer alimentos sólidos al bebé, alrededor de los seis meses. Que las familias podamos brindar la correcta educación en este sentido depende de múltiples factores, desde cuestiones sociales o económicas hasta culturales. En esto último, lo cultural, las celebraciones tienen mucho peso en lo que comemos, siendo la Navidad uno de los momentos más propicios para el consumo de determinados productos tradicionales, y no siempre saludables. A lo largo del siguiente texto explicamos qué alimentos son recomendables y cuáles se deben evitar también en momentos como las comidas navideñas, y por qué es importante fomentar una alimentación saludable desde la primera infancia.
Qué alimentos evitar en bebés
A partir de los seis meses desde el nacimiento se estima que es el momento ideal para comenzar a ofrecer otros alimentos, además de la leche materna o, en su defecto, de la leche artificial (que seguirá siendo su principal fuente nutritiva). Según la Asociación Española de Pediatría, se establece su inicio en este momento y no antes, porque es importante “que el organismo tenga la maduración necesaria a nivel neurológico, renal, gastrointestinal e inmune”. Además, se necesitan ciertas destrezas a nivel psicomotor que permiten al bebé manejar y tragar de forma segura los alimentos, y estos cambios suelen ocurrir en torno al sexto mes de vida. Así lo recoge su guía de Recomendaciones sobre la alimentación complementaria.
Aunque las pautas han cambiado mucho a lo largo de las últimas décadas, la AEP insiste en que actualmente se considera que el orden de ofrecimiento de alimentos depende más de una cuestión cultural y familiar que científica. “No hay alimentos mejores que otros para empezar, aunque se recomienda ofrecer de manera prioritaria alimentos ricos en hierro y cinc”, señalan en la mencionada guía de recomendaciones. Lo que sí recomiendan es ofrecer los alimentos de uno en uno, con intervalos de unos días entre unos y otros, “para observar la tolerancia y la aceptación”, y no añadirles ni sal ni azúcar o edulcorantes, “para que el bebé se acostumbre a los sabores naturales de los alimentos”
Ahora bien, la Navidad es un momento especialmente propicio para el consumo de determinados productos tradicionales, entre los que priman los dulces y las preparaciones con embutidos o mariscos. ¿Cuáles debemos evitar en el caso de bebés que ya toman sólidos y niños pequeños?
-
Dulces y ultraprocesados
Natalia Hospido, dietista-nutricionista y miembro del proyecto Nutricoles, explica que sería conveniente evitar, al igual que el resto del año, “todos los productos dirigidos específicamente a los niños y que tienen envases muy coloridos y personajes famosos”. Además, considera que debe prescindirse de “ultraprocesados de pésima calidad como chocolatinas, dulces, chuches”, y recuerda que las recomendaciones oficiales apuntan a “no ofrecer azúcar a menores de dos años ni miel a menores de uno”.
-
Embutidos y patés
También es recomendable no ofrecer productos como embutidos o patés por su poco recomendable composición nutricional (con elevadas cantidades de sal, grasas y algunos de ellos también de azúcar), y, si se ofrece, en la menor cantidad posible y nunca antes del año. Antes de esta edad tampoco debe darse leche entera, queso o yogures, ni preparaciones que contengan estos alimentos.
-
Alimentos con los que puedan atrangantarse
Si partimos de la guía de Recomendaciones para la alimentación en la primera infancia (0-3 años), elaborada por la Generalitat de Catalunya, hasta los 3 años de edad no deben darse los alimentos que pueden suponer un riesgo de atragantamiento, como las palomitas, las uvas enteras, la zanahoria cruda o la manzana a trozos grandes. Lo mismo para los frutos secos enteros, sin embargo, estos sí pueden ofrecerse triturados desde los seis meses, solos o incorporados a preparaciones como cremas o guisos.
-
Ciertos mariscos
¿Y el marisco? Dado que suele ser un clásico de las comidas y las cenas navideñas conviene saber que, en general, algunos mariscos pueden consumirse desde los seis meses, pero con puntualizaciones: según la citada guía, deberíamos tener en cuenta la introducción escalonada de alimentos si es menor de seis meses, así como la evitación por debajo del año de “cabezas de gambas, cigalas o langostinos o el cuerpo de crustáceos similares al cangrejo por su contenido en cadmio”. La forma de cocinado también es importante, ya que el marisco debe estar bien hecho para evitar intoxicaciones alimentarias.
Recomendaciones para las comidas navideñas con niños
La Navidad es un motivo de celebración en la mayoría de países del mundo. Y en muchas de estas celebraciones la comida tiene un gran protagonismo, lo que refleja que en lo que comemos también influyen la cultura y las tradiciones; cultura y tradiciones que no son estáticas sino que evolucionan a lo largo de los años. En líneas generales, durante la Navidad, también podemos limitar el consumo de productos insanos como turrones, polvorones o roscones, e intentar ofrecer alternativas más saludables en la celebraciones navideñas. Esto cobra especial importancia en el caso de bebés y niños pequeños, por lo que recopilamos a continuación algunas recomendaciones:
Aprender hábitos de alimentación saludables en la infancia
Además de tratar determinados alimentos por el riesgo directo que pueden conllevar para los más pequeños de la casa, hay que intentar apostar por otras opciones más saludables, también en estas fechas. Y es que, las cifras actuales de patologías asociadas a una mala alimentación en la infancia y adolescencia son preocupantes. Por ejemplo, según los últimos datos del estudio Prevalencia de sobrepeso, obesidad y obesidad abdominal en población española entre 3 y 24 años), publicado por la Sociedad Española de Cardiología (SEC), cuatro de cada diez niños y jóvenes de hasta 24 años tienen sobrepeso u obesidad infantil. Pero el problema es global: la Organización Mundial de la Salud estima que si se mantiene la tendencia actual, el número de lactantes y niños con sobrepeso u obesidad a nivel mundial aumentará hasta los 70 millones en 2025.
Para frenar el ritmo vertiginoso de este contador se requiere de un abordaje a múltiples niveles: institucional, sanitario, social y, por supuesto, familiar. Si nos detenemos en el último punto, en el entorno familiar, debemos saber que la primera infancia es el momento idóneo para empezar a instaurar hábitos de alimentación saludable. Y dado que la familia es el primer vínculo del niño o la niña, su papel es fundamental en la adquisición de un estilo de vida sano. Así lo recuerda Natalia Hospido, dietista-nutricionista y miembro del proyecto Nutricoles: “La ciencia ha demostrado ampliamente que instaurar correctos hábitos de alimentación saludable en la infancia, evita tener que corregir muchísimos de los problemas que hoy en día nos encontramos en pacientes adultos en la consulta de nutrición”.
Un estudio publicado a finales de 2019 por varias investigadoras españolas, analizaba el impacto del estilo de vida en la infancia en el riesgo de padecer obesidad y problemas cardiometabólicos. A partir de los factores que influyen en la salud (actividad física, descanso, consumo de alimentos de origen vegetal, consumo de ultraprocesados y tiempo frente a las pantallas), encontraron que aquellos niños que mantenían un estilo de vida más saludable mostraban menos posibilidades de padecer obesidad en edades más tardías.
Las familias que promueven prácticas más adecuadas como la disposición de alimentos saludables en el hogar, la evitación en la medida de lo posible del consumo de alimentos insanos o el propio ejemplo comiendo saludablemente ejercen un efecto protector en este sentido. Para Natalia Hospido, la información con la que contamos las familias influye mucho en lo que comemos, porque es esa información la que nos permite crear un entorno en el que predominen todos los elementos posibles para mantener una alimentación saludable. También porque será la información adecuada la que nos permita introducir en casa una correcta educación alimentaria, “tanto desde el conocimiento de los alimentos en la huerta o el supermercado, pasando por la cocina y llegando a los juegos y cuentos”.
Creado: 21 de diciembre de 2020