En primer lugar, debes saber que no es posible curar completamente a un perro con diabetes, pero sí mejorar su calidad y esperanza de vida manteniendo una glucemia normal durante la mayor parte del día. Así controlaremos los síntomas y las posibles complicaciones posteriores.
El tratamiento de la diabetes canina se basa en tres puntos clave:
- Dieta: elige alimentos ricos en fibra, que consigan retrasar la absorción de glucosa en el intestino. Actualmente puedes encontrar pienso adaptado a los requerimientos dietéticos de los perros diabéticos. Recuerda repartir la ración diaria en varias tomas, adaptándola a la administración de insulina.
- Ejercicio: la actividad deportiva en el perro resulta beneficiosa para controlar la obesidad y mantener el peso ideal. En cualquier caso, evita ejercicios bruscos o extenuantes.
- Medicamentos:
- Hipoglucemiantes orales: los perros que aún conservan cierta capacidad para producir insulina pueden beneficiarse de estos medicamentos. Ayudan a la síntesis de la hormona y favorecen una buena respuesta orgánica a ella.
- Insulina: cuando no pueden sintetizarla, debes administrársela tú. Existen distintos tipos de insulina, en función de la rapidez de acción. Generalmente se administra una o dos veces al día, mediante una inyección debajo de la piel. Tu veterinario te enseñará cómo hacerlo en casa; con la práctica te resultará muy sencillo. La cantidad y el tipo de insulina dependen de cada animal, y al principio suelen ser necesarias varias visitas a la clínica para medir su glucemia y ajustar la dosis.
Una vez establecido el tratamiento a seguir para la diabetes de tu perro, no modifiques las pautas de medicación sin que tu veterinario te lo prescriba. Sé constante y vigila la reaparición o intensificación de los síntomas. Acude periódicamente a revisión para controlar el peso de tu can y ajustar la dosis de su medicación si fuese preciso.