Los azotes pueden alterar el desarrollo del cerebro de los niños

Un azote o un cachete pueden alterar el cerebro de los niños de forma parecida al maltrato infantil, según un estudio realizado con pequeños de 10 y 11 años que revela que la respuesta neuronal es similar en ambos casos.
Un azote altera el cerebro infantil

15/04/2021

El castigo corporal como forma de educación está completamente contraindicado por los expertos, a pesar de que son muchos los países en los que sigue en vigencia. Los estudios han demostrado que la violencia física severa en el niño influye en su desarrollo cerebral, pero no se había estudiado cómo puede afectar tan solo un azote. Ahora, una nueva investigación de la Universidad de Harvard ha encontrado que incluso un leve cachete puede provocar en los pequeños los mismos daños neuronales en su cerebro, que se encuentra en pleno desarrollo y crecimiento.

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Los autores de este estudio, publicado en la revista Child Development, analizaron datos de un trabajo previo realizado en 302 niños de entre tres y 11 años. A los pequeños se les realizó una resonancia magnética mientras contemplaban imágenes de actores que gesticulaban mostrando expresiones de miedo o de indiferencia.

Cuando el niño percibe una amenaza, como que le van a dar un azote, su cerebro no funciona correctamente y tiene dificultades para tomar decisiones y procesar situaciones

Para esta nueva revisión, los investigadores se centraron en 147 pequeños de 10 y 11 años, cuyos padres les habían dado unos azotes, excluyendo a aquellos que habían sufrido formas más graves de maltrato. A continuación, compararon las imágenes de la actividad cerebral de los niños que recibieron azotes con las de los que no.

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El castigo corporal aumenta el riesgo de depresión infantil

Encontraron que cuando los niños que habían recibido cachetes veían caras que mostraban miedo, y por tanto percibían como una amenaza, tenían más actividad en ciertas zonas del cerebro. En concreto, descubrieron que existía una mayor respuesta neuronal en varias regiones de la corteza prefrontal (responsable de procesar la información cognitiva y vinculada a funciones que permiten planificar, solucionar problemas, o memorizar) y de la red de prominencia, que tiene un importante papel en la generación de ideas. Es decir, que cuando el niño percibe una amenaza, como que le van a dar un azote, su cerebro no funciona correctamente y tiene dificultades para tomar decisiones y procesar situaciones.

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“Sabemos que los niños cuyas familias usan castigos corporales tienen más probabilidades de desarrollar ansiedad, depresión, problemas de conducta y otros de salud mental, pero muchas personas no piensan en los azotes como una forma de violencia”, afirma Katie A. McLaughlin, psicóloga clínica, directora del Laboratorio de Estrés y Desarrollo del Departamento de Psicología de la Universidad de Harvard, y principal investigadora del estudio.

Solo en 56 países del mundo está prohibido el castigo físico

El castigo físico infantil está muy extendido en muchos países. De hecho, de los casi 200 países que hay en el mundo, tan solo 56 lo tienen lo tienen prohibido. Esto implica que solo el 10% de los niños del mundo está protegido legalmente frente a los abusos corporales, según la Iniciativa Global para acabar con el castigo corporal en los niños.

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En Europa, el castigo corporal sigue estando permitido en 15 estados. En España, se ilegalizó en los colegios en 1987, y en 2007 también en el ámbito familiar, y hoy incluso un cachete se considera un delito. Estudios anteriores a este, como uno realizado por investigadores de la Universidad de Montreal, ya habían advertido que una crianza severa tiene consecuencias en el desarrollo del cerebro infantil.

Actualizado: 5 de mayo de 2023

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