¿Eres una persona indecisa? Aprende a tomar decisiones

La incapacidad para tomar decisiones puede conllevar importantes interferencias en tu vida social y laboral. No seas inseguro, descubre cómo coger el toro por los cuernos y aprender a tomar tus propias decisiones.
¿Eres una persona indecisa? Aprende a tomar decisiones

Por: Dra. Vanesa Fernández López

Psicóloga, especialista en emociones

Actualizado: 30 de octubre de 2025

Vivir es decidirse. La toma de decisiones es una tarea implícita en la vida del ser humano desde sus orígenes. En todos los tiempos y culturas el ser humano ha tenido que hacer elecciones sobre diferentes aspectos de su vida cotidiana. En nuestro día a día la toma de decisiones es una tarea que debemos asumir. No hacerlo puede traer repercusiones importantes puesto que la toma de una u otra decisión deja de ser el problema para serlo el hecho de no haberla tomado.

PUBLICIDAD

Consecuencias de la falta de decisión

“¿Y si no decido yo?” Algunas veces puedes tener suerte y que las cosas se “resuelvan solas”, pero, lamentablemente, el tiempo no lo pone todo en su sitio tal y como muchos creen. A veces, o lo pones tú o queda descolocado. No tomar decisiones a corto plazo alivia la incertidumbre de la duda, por lo que a corto plazo el problema parece estar resulto, sin embargo a largo plazo puedes tener repercusiones importantes como:

  • Bajos niveles de autoestima.
  • Inhibición social.
  • Baja tolerancia a la frustración.
  • Sensación de falta de control sobre tu propia vida.
  • Interferencias a nivel social y laboral.
  • Repercusiones mayores por no resolver el problema.

Descubre con nuestro test de inseguridad si eres una persona indecisa.

¿Por qué nos cuesta tomar decisiones?

La falta de madurez o el miedo al fracaso son algunos de los motivos por los que nos cuesta tomar decisiones.

¿Por qué nos cuesta tomar decisiones?

Tomar una decisión es asumir una pérdida, y a nadie nos gusta perder cosas. Si bien ésta es la esencia de por qué no tomamos decisiones, lo cierto es que no podemos simplificar hasta el punto de utilizar el mismo motivo para explicar todos los casos. En la mayoría de las ocasiones, la combinación de los siguientes factores está implicada en nuestras indecisiones:

  • Miedo al fracaso: existen personas que no se permiten el más mínimo error y consideran que siempre deben ser competentes en todo lo que hacen. Por eso, sus decisiones deben ser perfectas.

  • No saber ver varias alternativas: las cosas no son “a” o “b” ni blancas o negras. Sin embargo, hay personas que no ven más allá de las primeras opciones que se les vienen a la cabeza, por eso, nada les convence.

  • Falta de confianza en tus habilidades para resolver problemas: algunas personas entran en bucle. Es decir, una vez que han tomado una decisión vuelven a atrás y comienzan de nuevo todo el proceso para volver a elegir, entrando en un bucle infinitivo asociado con importantes niveles de malestar emocional. Algunos estudios sostienen que si bien este tipo de personas tienen buenas habilidades para solucionar problemas, lo cierto es que no confían en dichas capacidades, no se lo creen. Este hecho se asocia a un bajo nivel de autoestima.

  • Estilos educativos dictatoriales: el modelo paternal autoritario hace que los hijos no reciban un entrenamiento para tomar decisiones a lo largo de su desarrollo personal, por lo que llegan a su vida adulta sin saber decidir. Esto es porque han aprendido a que las cosas ya están decididas por otros.

  • Dependencia de otras personas: puede ser debido a lo anterior o bien al polo opuesto, es decir, a un estilo educativo sobreprotector donde otros se preocupaban en exceso por facilitarte la vida.

  • Estilo evitativo de afrontamiento del malestar: algunas personas rechazan tomar decisiones porque se niegan a aceptar el malestar que puede llevar implícita dicha tarea. De esta manera a corto plazo reducen su malestar, pero a la larga, éste es mayor y además no adquieren herramientas para solucionar los problemas de manera eficaz.

  • Falta de madurez: a veces se fantasea con la situación ideal aún sabiendo que no la llevarías a cabo, no tomando las riendas de la situación y cayendo en un infantilismo en las decisiones tomadas.

  • Tendencia a la procrastinación: si lo puedes resolver hoy, ¿por qué dejarlo para mañana?

Hombre moviendo ficha de ajedrez

Una buena toma de decisión requiere que inviertas tiempo y esfuerzo en su solución.

Cómo evitar que otros decidan por ti: claves para superar la indecisión

No caer en el problema de la indecisión no pasa por un cambio de conducta puntual, sino por un cambio de actitud hacia los problemas. Para ello, debemos tener una orientación positiva o activa ante las dificultades, lo que supone verlas como un desafío, siendo optimistas respecto a nuestras capacidades para resolverlas. Para ello, debes asumir que una buena toma de decisión requiere que inviertas tiempo y esfuerzo en su solución. Lo bueno nunca es gratis, sino que requiere esfuerzo.

PUBLICIDAD

También debes aceptar que aunque la situación ideal no sea posible, eso no quiere decir que la opción tomada tenga que ser mala. Simplemente es distinta. Tener esto más presente te ayudará a dar el paso.

Por el contrario, aléjate de la actitud negativa al problema. Para ello, no valores la toma de decisión como una amenaza de problemas insolubles, la mayoría no lo son. Mucho menos dudes de tu capacidad para tomar la decisión, pues si tú dudas, harás dudar al resto. Nadie más que tú puede convencerte de tus propias capacidades. Asume también que equivocarse a la hora de tomar la decisión es parte del trato… y de la vida. Y que los errores también pueden ayudarte a que tu próxima toma de decisiones sea más clara.

Plan B
Idea un plan de acción para la toma de decisiones entre varias alternativas.

Tratamiento de la indecisión: 5 pasos para superarla

Si la falta de capacidad para decidir se vuelve algo habitual e interfiere palpablemente en tu día a día, es hora de tomar cartas en el asunto. La terapia psicológica más empleada para solucionarlo es la conocida como Entrenamiento de Resolución de Problemas, de D'Zurilla y Goldfried, cuyas fases son:

  • Orientación hacia el problema: consiste en relacionar con un problema determinado. Por ejemplo, “¿me compro un coche?”. Una vez que lo hayamos relacionado deberíamos preguntarnos si el problema es resoluble por nosotros y si merece la pena invertir esfuerzo y tiempo en hacerlo. Si la respuesta es positiva continuamos con la siguiente fase.
  • Definición del problema: consiste en entender bien el problema respondiendo a los interrogantes acerca de qué se trata exactamente, cuándo apareció… Siguiendo con el ejemplo anterior, decirte a ti mismo que te tienes que comprar un coche o no, no vale para nada. El problema realmente no es ese, la forma correcta de reformularlo debería ser: “necesito comprarme un coche desde hace unos meses y no acabo de decidirme por si luego me arrepiento debido al gasto económico que supone… o por si le molesta a mi pareja o… por si no es tan necesario, etcétera”.
  • Búsqueda de alternativas: la vida no se puede reducir a dos alternativas, por eso piensa en qué más posibilidades tienes. En esta fase no debe importarte que algunas de ellas te resulten absurdas, ya habrá tiempo para valorarlas. Por ejemplo, al problema de la duda sobre comprarte o no un coche puedes proponerte alternativas como esperar a tenerlo más claro, darte un plazo e ir revisando opciones de compra, comprarlo ya, no comprarlo, alquilar uno hasta que lo tengas más claro, comprar pero uno económico, etcétera. Como puedes ver en esta fase es más importante la cantidad de alternativas que la calidad de las mismas. Cuántas más mejor.
  • Elección de la alternativa: debes seleccionar la alternativa que más beneficios te suponga a largo plazo. Por ello, busca la alternativa o combinación de opciones que más te beneficie. Por ejemplo puedes decidir no abandonar la idea de comprar el coche pero ir barajando diferentes opciones junto a tu pareja.
  • Idea un plan de acción: imagínate poniendo en marcha la alternativa seleccionada. Si realmente te ves capaz de hacerlo, adelante, si no, selecciona otra más adecuada para tu forma de ser/actuar. Hay algunas alternativas ideales, pero que a veces no nos sentimos capaces de hacer. Por ejemplo si necesitas ya el coche es posible que tengas que tomar la decisión lo antes posible y no puedas consultar más posibilidades. Lo importante es que ajustes tu plan de acción a tu forma de ser.

PUBLICIDAD

Creado: 25 de mayo de 2012

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

Ver artículos de esta sección