Nueva arma forense para identificar a un agresor sexual: microbioma genital

Descubren que las bacterias del aparato reproductor se pueden transferir durante las relaciones sexuales y dejar una huella única, lo que podría revolucionar la identificación de los agresores en casos de violencia sexual.
Mano de un hombre sosteniendo a la fuerza a una mujer contra el suelo

13/02/2025

La violencia sexual es un problema de salud pública y seguridad que afecta a una de cada tres mujeres en todo el mundo1. Este término que incluye desde el uso de la fuerza física, hasta cualquier contacto sin consentimiento y, aunque cualquier persona puede ser víctima de una agresión sexual, las mujeres tienen un mayor riesgo. Cuando se produce una agresión sexual heterosexual los expertos en ciencia forense suelen analizar el ADN de los genitales femeninos a fin de identificar la presencia de esperma del agresor como prueba. Sin embargo, en los casos en los que no se detecta, por ejemplo, si el atacante ha utilizado preservativo, estos test suelen ser ineficaces.

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La detección de rastros físicos y biológicos es fundamental para establecer pruebas que demuestren la participación en un delito y los hallazgos de un estudio proporcionan una herramienta que puede facilitar las investigaciones criminales. En una nueva investigación, cuyas conclusiones se han publicado en la revista iScience2 de Cell Press, se ha demostrado que durante la penetración se transfieren especies bacterianas entre ambos individuos, y que estas especies se pueden rastrear hasta el microbioma genital único de la pareja sexual.

Los autores del estudio son investigadores de la Universidad Murdoch3 de Australia y aseguran que el análisis de estos microorganismos genitales –que denominan ‘sexoma’– puede ser útil para identificar a los autores de agresiones sexuales cuando no se encuentra ADN masculino en la escena del crimen. El 'sexoma' –la composición del ADN bacteriano de los órganos sexuales– fue descubierto en 20234 por la candidata a doctorado de la Universidad Murdoch Ruby Dixon, como parte de una investigación conceptualizada por el científico forense Dr. Brendan Chapman.

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En dicho estudio observaron que las parejas compartían más bacterias después de mantener relaciones sexuales, lo que sugiere que los microorganismos se transfieren durante el contacto íntimo. Además, se detectaron bacterias específicas de cada persona en la pareja tras la relación sexual, lo que confirma que este intercambio microbiano deja una huella. Siguiendo el principio forense de que “todo contacto deja un rastro”, estos microorganismos pueden ser utilizados como prueba en investigaciones de agresión sexual.

Poblaciones de bacterias únicas en la zona genital

Los investigadores confirmaron que tanto hombres como mujeres tienen poblaciones únicas de bacterias en sus zonas genitales. A continuación, reclutaron a 12 parejas heterosexuales monógamas para investigar si estos sexomas se transfieren durante las relaciones sexuales, incluso cuando se utiliza preservativo.

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Al inicio del experimento, cada participante recogió muestras de su microbioma genital mediante bastoncillos. Los investigadores utilizaron la secuenciación genética del ARN para determinar qué cepas bacterianas estaban presentes –hasta el nivel de subespecie– e identificaron las firmas microbianas de cada voluntario.

A continuación, se pidió a las parejas que se abstuvieran de tener relaciones sexuales durante periodos de tiempo variables (de 2 a 14 días) y que luego mantuvieran relaciones sexuales. Después, se volvieron a recoger muestras del microbioma genital de cada individuo. Los análisis mostraron que la firma bacteriana única de un participante podía identificarse en la muestra de su pareja sexual tras el coito.

“Proponemos que el ‘sexoma’ se pueda utilizar como otra herramienta forense, ya sea para reforzar la validez de los hallazgos del ADN humano o para utilizarse cuando esa técnica resulte insuficiente”

Tres de las parejas dijeron haber utilizado preservativo. El análisis reveló que, aunque esto tenía cierto impacto en la transferencia del contenido microbiano, no la inhibía por completo. También analizaron si los varones estaban circuncidados y si los participantes tenían vello púbico, pero descubrieron que ninguno de los dos factores parecía afectar a la transferencia de especies bacterianas entre los miembros de la pareja. Sin embargo, sí observaron que la composición del microbioma vaginal cambiaba durante la menstruación, lo que, según los investigadores, podría afectar a los resultados.

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“Proponemos que el ‘sexoma’ se pueda utilizar como otra herramienta en el conjunto de herramientas forenses del ADN, ya sea para reforzar la validez de los hallazgos del ADN humano o para utilizarse cuando esa técnica resulte insuficiente”, concluye el Dr. Chapman en una nota publicada por la Universidad de Murdoch.

Dudas de los expertos externos sobre sus aplicaciones forenses

Toni Gabaldón, profesor de investigación ICREA y jefe del grupo de Genómica Comparada del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) y del Barcelona Supercomputing Centre (BSC-CNS), ha señalado en declaraciones a SMC España5:  “El estudio demuestra que pueden ocurrir cambios en la composición del microbioma vaginal y del pene antes y después de un acto sexual. Sin embargo, dado el pequeño tamaño muestral y la variabilidad de casuísticas encontradas, no se detecta ningún patrón general concluyente. En mi opinión, el estudio debería haber hecho un análisis más cuidadoso de la variabilidad en la toma de muestras, ya que, aunque se tomaron 10 réplicas, solo se secuenció una por caso, lo que no permite establecer qué variabilidad de base podríamos esperar en el muestreo. De la misma manera faltarían más controles de muestras tomadas en intervalos similares sin que existiese una relación [sexual], para conocer cuáles podrían ser las fluctuaciones esperadas en su ausencia”.

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“Respecto a la posible aplicación forense, creo que los datos permiten vislumbrar posibilidades futuras, pero no aportan evidencia de que se pueda, por ejemplo, identificar al agresor a partir de las posibles variantes detectadas en una víctima. Es previsible que, a diferencia de este estudio, no se dispongan de muestras tomadas poco tiempo antes de la agresión. La obtención de ADN del propio agresor en cualquier resto hallado en la víctima o escena del crimen proporcionaría una identificación más precisa y directa. Una ventaja que podría tener el microbioma frente al ADN humano es la persistencia en el tiempo de clones transmitidos agresor-víctima, algo que no se investiga aquí”.

Rosa del Campo, investigadora en el Hospital Ramón y Cajal y miembro del Grupo Especializado para el Estudio de la Microbiota Humana de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC-GEMBIOTA), añade en declaraciones al mismo medio: “En este artículo se estudia la posible utilidad de la microbiota sexual (‘sexoma’) para identificar al agresor en casos de abusos [sexuales]. Hasta ahora el método de referencia es encontrar el cromosoma Y –siempre que el agresor sea hombre, que por otro lado es lo más frecuente–. En el caso de utilizar condón, no hay mucho ADN humano, y por ello sería útil el ‘sexoma’.

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“La aportación metodológica es que utilizan una secuenciación robusta con PacBio, que permite lecturas muy largas de ADN, y por eso saben muy bien de dónde viene la bacteria. Se estudia también como influyen los factores externos, sobre todo el condón, los lubricantes, etcétera”.

“Los hombres tienen una microbiota en el pene (se parece mucho a la de la piel de otras zonas) mucho más diversa que las mujeres en la vagina. El factor limitante de esta técnica es que, si existe un lavado de la zona genital después del sexo, será muy complicado encontrar las bacterias de la pareja. También han estudiado parejas que habitualmente tienen sexo, y eso puede influir en los resultados En ningún caso esta técnica va a sustituir a la detección del cromosoma Y en el caso de los hombres, pero puede ser de utilidad”, concluye. 

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  • 1
    Violence Against Women. https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/violence-against-women.
  • 2
    Ruby Dixon, Siobhon Egan, Matthew Payne, Christopher Mullally, y Brendan Chapman. «Bacterial Transfer During Sexual Intercourse As a Tool for Forensic Detection». IScience, Elsevier BV, 2025, p. 111861+, doi:10.1016/j.isci.2025.111861.
  • 3
    «Unique DNA of ’sexome’ Could Help Solve Sex Crimes». News Portal, 2025, https://www.murdoch.edu.au/news/articles/unique-dna-of-’sexome’-could-help-solve-sex-crimes.
  • 4
    Ruby Dixon, Siobhon Egan, Matthew Payne, Christopher Mullally, y Brendan Chapman. «Bacterial Transfer During Sexual Intercourse As a Tool for Forensic Detection». IScience, Elsevier, doi:10.1016/j.isci.2025.111861.
  • 5
    SMC España. «El Microbioma Genital podría Servir Para Identificar a Agresores Sexuales». SMC España, https://sciencemediacentre.es/el-microbioma-genital-podria-servir-para-identificar-agresores-sexuales.

Actualizado: 13 de febrero de 2025

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