Explican por qué nos cuesta más hacer amigos a medida que envejecemos

A medida que cumplimos años se modifican las conexiones internas en el cerebro en redes relacionadas con la sociabilidad, y un nuevo estudio indica cómo estos cambios pueden explicar por qué muchas personas mayores reducen sus interacciones sociales.
Mujer mayor sentada en un sofá mira hacia la ventana

30/05/2025

Los signos del envejecimiento también afectan a nuestro cerebro, que experimenta cambios durante toda la vida que pueden afectar a nuestra manera de relacionarnos con los demás y, de hecho, un nuevo estudio ha identificado un posible vínculo entre el envejecimiento y las modificaciones en la conectividad funcional del cerebro, especialmente en las redes que regulan la sociabilidad. Sus hallazgos se han publicado en la revista PLOS One1.

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Esta investigación ha sido realizada por un equipo de científicos de la Universidad Tecnológica de Nanyang, en Singapur, que emplearon avanzadas técnicas de neuroimagen para trazar cómo se reorganizan estas conexiones cerebrales con el paso del tiempo y cómo podrían estar relacionadas con la disminución de la vida social en las personas mayores.

Cambios clave en el cerebro y su relación con la sociabilidad

El estudio se centró en la conectividad funcional intrínseca, es decir, en las fluctuaciones sincronizadas de actividad cerebral que se producen entre diferentes regiones mientras estamos en reposo, sin realizar tareas específicas. Estas conexiones espontáneas forman redes coherentes que reflejan la arquitectura funcional del cerebro, y algunas de ellas están profundamente involucradas en la cognición social, el manejo de las emociones y la interacción con otras personas.

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Utilizando imágenes de resonancia magnética funcional en estado de reposo (rs-fMRI) de un amplio grupo de adultos de distintas edades, los investigadores analizaron cómo cambian estas redes a lo largo del envejecimiento. Para lograr un análisis detallado, aplicaron el Atlas Brainnetome y la segmentación de redes de Yeo, dos herramientas que permiten estudiar tanto regiones concretas como sistemas cerebrales a gran escala.

Los resultados mostraron una reducción progresiva de la conectividad dentro de ciertas redes clave, especialmente la red por defecto (default mode network, DMN) y la red de prominencia (salience network). Estas redes están implicadas en funciones esenciales como la introspección, el reconocimiento de señales sociales importantes y la evaluación de estímulos relevantes para la conducta.

El cerebro no solo regula nuestros pensamientos, emociones y acciones, sino también nuestras relaciones sociales

La pérdida de conectividad en estas áreas parece afectar a la capacidad de iniciar y mantener relaciones sociales. Los científicos también utilizaron análisis estadísticos específicos para cuantificar cómo disminuyen las conexiones entre regiones a medida que cumplimos años y cómo esta disminución se refleja en una menor sociabilidad, según evaluaciones conductuales.

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Estrategias terapéuticas para prevenir el aislamiento social en la vejez

Uno de los hallazgos más relevantes del estudio fue que estas alteraciones en la conectividad cerebral no solo se relacionan con el envejecimiento, sino que actúan como un mecanismo que explica cómo la edad influye en nuestra vida social. Es decir, no se trata solo de una correlación, sino de una vía por la que los cambios cerebrales afectan directamente a la sociabilidad.

Comprender los cambios neuronales que acompañan al envejecimiento social puede ayudar a detectar precozmente signos de aislamiento y diseñar estrategias terapéuticas, desde estimulación cerebral hasta programas de entrenamiento cognitivo o intervenciones basadas en el estilo de vida para prevenir el aislamiento social, un problema que se asocia con riesgos elevados de depresión, deterioro cognitivo, e incluso mortalidad.

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Además, el estudio sienta un precedente metodológico al combinar grandes bases de datos de neuroimagen con análisis estadísticos avanzados. Sin embargo, dado que los datos son transversales (es decir, obtenidos en un solo momento), los autores subrayan la necesidad de realizar estudios longitudinales que sigan a las personas a lo largo del tiempo para comprender mejor la evolución de estas conexiones cerebrales y su impacto en la vida social.

También proponen incluir datos moleculares e imágenes multimodales en futuras investigaciones para entender más a fondo los procesos celulares y neuroquímicos que subyacen a estos cambios. Y concluyen que el cerebro no solo regula nuestros pensamientos, emociones y acciones, sino también nuestras relaciones sociales, por lo que comprender cómo envejece su arquitectura funcional es clave para fomentar una vida más conectada y saludable en la vejez.

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  • 1
    Yuet Ruh Dan, Savannah K. H. Siew, y Junhong Yu. «Intrinsic Functional Connectivity Brain Networks Mediate Effect of Age on Sociability». PLOS One, vol. 20, n.º 5, Public Library of Science (PLoS), 2025, p. e0324277+, doi:10.1371/journal.pone.0324277.

Actualizado: 30 de mayo de 2025

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