10 pueblos para pasar unas vacaciones pos-COVID-19
Actualizado: 5 de septiembre de 2022
Este verano 2020 va a ser muy diferente a los que hasta ahora habíamos disfrutado. Con el COVID-19 flotando aún en el ambiente veraniego, muchos españoles andan buscando lugares poco masificados y muy en contacto con la naturaleza y al aire libre para pasar sus vacaciones. Sobre todo, desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y más de 200 científicos de todo el mundo hayan confirmado que el virus puede trasmitirse por el aire y que el riesgo de contagio es mayor en sitios cerrados y con mucho público.
Pero un verano seguro comienza en un obvio acto de responsabilidad personal, que se concretan en tres medidas básicas:
¿Coche, tren, autobús o avión?
Para viajar hasta el lugar de vacaciones se puede optar por el coche, el tren, el autobús o el avión. Salvo en el coche personal (y siempre y cuando se viaje con miembros del núcleo familiar), en el resto de los trasportes es obligatorio el uso de mascarilla.
Respecto a las medidas de seguridad que ofrecen los transportes públicos, todos se han comprometido a poner en marcha exhaustivas medidas de higiene.
Playa o montaña
Esta cuestión es indiferente y dependerá más de las preferencias y gustos personales, de cara al coronavirus lo importante es mantener la distancia de seguridad interpersonal. Comunidades autónomas y ayuntamientos han dispuesto medidas para evitar aglomeraciones en las playas –mediante aplicaciones móviles que indican el nivel de ocupación– y garantizar distancia de seguridad. En algunos lugares de la costa se ha decretado el uso obligatorio de la mascarilla en las playas cuando se esté paseando por la arena u orilla, permitiendo solo el baño o el bronceado en tu toalla sin el uso del cubrebocas. Pero si lo que temes es que el SARS-CoV-2 pueda permanecer en la arena, es altamente improbable o casi imposible, así lo han expuesto investigadores del CSIC. Lo mismo ocurre en el mar y en las aguas de las piscinas.
10 destinos rurales para descubrir España y evitar aglomeraciones
Mondariz Balneario (Pontevedra)
Desde 1925 ostenta el título de “Muy hospitalaria Villa”. Con algo más de 600 habitantes, no se ha detectado ningún caso positivo de COVID-19. En sus apenas 2,4 km2 de extensión podemos encontrar singulares edificios y monumentos llenos de historia –muchos de ellos proyectados por el arquitecto Antonio Palacios– y rodeados de un entorno natural incomparable. Sin duda su mayor atractivo es el Balneario de Mondariz, famoso por sus aguas minero-medicinales.
Es como viajar en una máquina del tiempo para retroceder un par de siglos. El balneario se construyó a finales del siglo XIX y principios del XX, aunque el Gran Hotel que alojara a Rockefeller, el político Emilio Castelar y miembros de la realeza española sufrió un incendio en 1973. Hoy, tras su reconstrucción, se ha convertido en apartamentos y, aunque no se puede entrar, su vista desde el exterior es espectacular.
Todo el entorno está salpicado de edificios como “Baranda”, antiguo teatro y que hoy aloja el balneario, habitaciones del hotel y la tienda del balneario. La Fuente de Gándara, un templete de estilo clasicista, es la restauración de la obra diseñada por los arquitectos Palacios y Otamendi. De la fuente mana un agua ferruginosa con propiedades medicinales. Otro manantial muy conocido es la Fruente Troncoso. Se llega por un sendero que va paralelo al río Tea. Esta ruta fluvial, de unos 3 km –declarado Espacio natural– está salpicada de puentes como el Ponte Cernadela, de origen romano, playas fluviales y un paso construido con poldras, piedras enclavadas en el lecho del río.
Para descansar, el circuito termal en el Palacio del Agua logrará hacer olvidar el estrés padecido a lo largo del año. Con una cúpula de cristal sobre una piscina circular de 300 metros, resulta muy aconsejable visitarlo por la noche (está abierto hasta las 12 de la noche en el mes de agosto, y viernes y sábados en julio y septiembre). Para ofrecer las máximas garantías sanitarias se ha reducido el aforo de la instalación del Palacio del agua y es necesario realizar una reserva de plaza previa.
A unos 5 km encontramos Vilasobroso. Allí se puede visitar el Castillo de Vilasobroso, construido sobre promontorio, que ofrece unas maravillosas vistas. Su construcción data del siglo XI. Su interior se encuentra muy bien conservado, recuperado por un periodista oriundo de la zona, Alejo Carrera Muñoz, que lo compró en 1923 por 5.000 pesetas en un estado ruinoso. Hoy aloja un interesante museo etnográfico.
Frías (Burgos)
En las tierras de las Merindades, al norte de Burgos, es la ciudad más pequeña de España, con apenas 32 km2 y 284 habitantes. Está catalogada como una de las más bonitas y declarada Bien de Interés Cultural. La primera mención la encontramos a mediados del siglo IX, aunque su auge se da a comienzos de siglo XII cuando el rey Alfonso VIII decide dotarla de fuero para repoblar estas lejanas tierras. Creó un recinto amurallado y un espléndido puente sobre el río Ebro, ambos aún en pie. Y ese aire medieval no lo ha perdido, con el Castillo de los Velasco y sus empinadas calles de trazado y ambiente medievo, que nos llevan a las casas colgadas. Desde la iglesia de San Vicente de origen románico, que hoy es una combinación de estilos, situada en la zona más alta de Frías se contempla unas bonitas vistas del valle.
Los pueblos de los alrededores también merecen una visita. A unos 2 km tenemos Tobera, en donde se puedes pasear por el curso del río Molinar con sus saltos de agua y cascadas. A 23 km se encuentra Oña. Allí nos espera el Real Monasterio de San Salvador de Oña, una imponente iglesia de origen medieval, que nos da una idea de la importancia que tuvo esta localidad en el pasado. En su interior, un claustro gótico invita a la reflexión.
Hay que perderse por las empinadas y estrechas calles medievales de Poza de la Sal, a unos 40 km de Frías, localidad donde nació el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente. Además de recorrer su casco urbano declarado Conjunto Histórico Artístico y admirar sus altas edificaciones, impropias de esa época y lugar, se puede visitar la Casa de la Sal. Se trata de un centro de interpretación de las salinas de interior explotadas desde época romana. Algo más retirado, a unos 48 km, en Puentedey, la erosión del río Nela y la naturaleza han edificado un gran puente de piedra de más de 15 metros de altura.
También interesa acercarse hasta Ojo Guareña, con más de 100 km de galerías y cuevas que se adentran en las entrañas de la tierra. Se puede visitar la Cueva Ermita de San Bernabé y de San Tirso, escavadas en la piedra y con una bóveda natural pintada con escenas de estos santos. Pero los aficionados a la espeleología descubrirán en la cueva Palomera un espectáculo único. La cueva cuenta con dos itinerarios guiados: uno largo, de unos 2,5 km (el recorrido dura unas 4 horas) y otro más corto de 1,5 km (con una duración de dos horas y media). Los guías explican el interés geomorfológico, hidrológico, arqueológico y biológicos de estas formaciones kársticas. Conviene ir abrigado y con un calzado adecuado.
Potes (Cantabria)
Situada en la comarca de Liébana, con unos 1.300 habitantes, está declarada Bien de Interés Cultural y ha sido proclamada en el portal Escapada Rural Capital del Turismo Rural 2020. Rodeado de montañas donde se unen los ríos Deva y Quiviesa, y confluyen cuatro valles de la comarca lo que le da un paisaje único de los Picos de Europa.
Su nombre nos da idea de la cantidad de puentes que concurren en su trazado urbanístico. Precisamente uno de sus atractivos consiste en recorrer la ciudad medieval cruzándolos, además de deambular por sus calles empedradas ceñidas por casas medievales. Otro de sus atractivos son sus torres, sobre todo la del Infantado, y la de Orejón de Lama, las dos del siglo XV.
En las afueras de la ciudad se localiza el Monasterio de Santo Toribio de Liébana donde se puede conseguir la Credencial del Camino de Santiago, y admirar un espectacular entorno rodeado de montañas. En el interior del monasterio se guarda el Lignum Crucis, del que se dice que es el trozo más grande de la Cruz de Cristo.
A unos 14 km se puede visitar en coche el desfiladero de la Hermida por donde discurre el río Deva. Son unos 20 kilómetros con paredes de hasta 600 metros de altura. Es interesante desviarse a la Iglesia de Santa María de Lebeña, templo mozárabe del siglo X, y pararse en el Mirador de Santa Catalina.
Para los amantes del senderismo, desde Potes parte una ruta circular al Monte Arabedes, de unos 6,4 kilómetros, de dificultad media y con un desnivel de 450 metros. Otra ruta, para senderistas más experimentados, es la de los Puertos de Áliva en Fuente Dé, de unos 14,5 kilómetros, que nos llevará unas cuatro horas. Para iniciarla, primero hay que subir en el teleférico (se encuentra a unos 20 kilómetros de Potes) que nos ascenderá a más de 1800 metros de altura para contemplar las mejores vistas y panorámicas de los Picos de Europa, una visita obligada si se viaja por la zona.
Bermiego (Asturias)
En el concejo de Quirós, con unos 110 habitantes y a 700 metros de altitud. Es el lugar ideal para hacerse una idea de la forma de vida en la zona de sus habitantes. Cuenta con 32 hórreos, paneras con decoración del estilo Villaviciosa, varias fuentes, molinos y un lavadero junto al río que nos retrae al mundo medieval. Si se quiere conocer más hay que visitar el Museo Etnográfico de Quirós ubicado en unos antiguos hornos de fundición, donde se muestra cómo era la existencia de sus habitantes antes de la llegada de la minería en el siglo XIX y cómo este hecho la cambió.
A las afueras está El Tejo de Bermiego, declarado Monumento Natural, un ejemplar de este árbol sagrado para los astures, de unos 15 m de altura y un perímetro de más de 6 m. Está considerado el más antiguo de Europa, pues se cree que tiene entre 500 y 800 años. Desde su ubicación se contempla todo el valle. Para los amantes de la naturaleza a siete kilómetros se encuentra el Parque Natural Las Ubiñas-La Mesa, situado en la zona mas meridional de Asturias, con una gran diversidad de flora y fauna, con hayedos y especies como el oso pardo y el urogallo cantábrico. Está declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco. Hay un centro de recepción de visitantes en Tuiza de Riba.
A unos 11 km los amantes de la bicicleta pueden recorrer la Senda del Oso. Este camino sigue una antigua vía del tren que transportaba carbón de las minas de Quirós y Teverga hacia Trubia, y que dejó de funcionar en los años 60. La ruta es apta para todos, incluidos niños y adultos que no suelen montar en bicicleta. Allí mismo es posible alquilar la bici durante todo el día y disfrutar de las áreas recreativas distribuidas por toda la senda.
Priego (Cuenca)
Esta localidad con unos 940 habitantes se encuentra entre la Alcarria Conquense y la Serranía de Cuenca. Conviene recorrerla con tranquilidad para apreciar los rincones que esconde: cuenta con un rico conjunto monumental, con sus arcos, pequeñas plazas, palacios y casas blasonadas. El Ayuntamiento es el antiguo Palacio de los Condes de Priego del siglo XVI, de estilo renacentista. El Torreón de Despeñaperros, levantado junto al barranco al que se asoma esta monumental localidad, es el único resto de la antigua fortaleza árabe. De la iglesia Parroquial, dedicada a San Nicolás de Bari destacan las columnas de su interior que sujetan los nervios de las bóvedas de crucería compleja y la majestuosa torre renacentista.
Muy cerca está el Estrecho de Priego una imponente hoz formada por el río Escabas. La carretera de unos 8 km y encajonada entre rocas une las localidades de Priego y Cañamares. En el camino se localiza un viejo molino de harina con encanto.
Otra actividad que nos ofrece la zona, para senderistas experimentados, es una ruta circular de 10 km de dificultad media que pasa por el puente Allende sobre el río Escabas, de origen romano y de un solo arco. A menos de 50 kilómetros, cerca de Villalba de la Sierra, se halla un entorno natural formado por los bosques y el Ventano del Diablo, una cueva horadada en la roca junto al rio Júcar.
Fromista (Palencia)
Un buen lugar para iniciar la visita al románico Palentino. Con unos 700 habitantes, sorprende la imponente y majestuosa Iglesia de San Martín de Tours. Del siglo XI, destaca por sus ábsides semicirculares y el gran cimborrio octogonal. Los capiteles son auténticos libros esculpidos con pasajes bíblicos y fábulas, aunque de muchos sigue sin conocerse su significado. Su monumentalidad es un reflejo de la importancia que tuvo esta localidad en el pasado, ruta de los peregrinos que iban a Santiago de Compostela.
A las afueras de Fromista se encuentran cinco esclusas del Canal de Castilla. Una visita más que recomendable donde podremos conocer la historia de esta imponente obra de ingeniería hidráulica iniciada en el siglo XVIII. Aquí se localiza la Casa del Esclusero, hoy convertida en oficina de información para los peregrinos y los visitantes del Canal.
A unos ocho kilómetros tenemos Támara de Campos, una pequeñísima localidad de apenas 80 habitantes declarada Conjunto Histórico Artístico. Al recorrer sus calles hallamos casas blasonadas, una plaza porticada y la majestuosa Iglesia de San Hipólito el Real, con unas dimensiones más propias de una catedral que de una iglesia de un pequeño municipio. Dentro no se puede dejar de admirar el órgano barroco sustentado por una sola columna. Santoyo también merece una visita. Se encuentra unos 8 kilómetros de Fromista y destaca su iglesia parroquial de San Juan Bautista, con sus columnas que se abren en forma de abanico en la techumbre.
San Martín de Trevejo (Cáceres)
Con 800 habitantes, en la sierra de Gata de Cáceres, forma parte del grupo de Pueblos más Bonitos de España, con una cuidadísima arquitectura interior, “mañega”. Su casco antiguo está declarado Bien de Interés Cultural y Conjunto Histórico. Con tradicionales casas de entramado, es un paseo por el pasado. Son muy característicos los tozones, vigas de madera que sustentan las fachadas que sobresalen y que se encuentran labradas con rostros humanos. Por el centro de los empedrados de las calles discurren regaderas de agua que desembocan en el río Jálama. En la Plaza Mayor nos topamos con la imponente torre campanario con un escudo de Carlos V y la Casa del Comendador de la Orden de San juan de Jerusalén.
Una de las curiosidades de la zona es que San Martín de Trevejo, junto con Eljas y Valverde del Fresno, cuenta con su propia lengua A Fala, de origen galaico portugués. Desde la plaza de San Martín parte La Calzada un camino de piedra de origen medieval, que recorre un castañar con árboles centenarios conocidos como Los Abuelos.
A unos 26 km, en la localidad de Acebo, vale la pena visitar la Cascada de la Cervigona, un salto de agua de unos 60 m de altura. Se puede ver siguiendo una ruta de unas dos horas de duración de dificultad baja, que parte del embalse del Prado de las Monjas. Es posible acercarse hasta la cascada, pero el acceso es muy abrupto, apto solo para senderistas muy experimentados.
Grazalema (Cádiz)
Con unos 2.000 habitantes, esta localidad gaditana se encuentra en el punto más alto de la sierra que lleva su nombre. Con calles estrechas y empinadas, forma parte de la bonita ruta de los pueblos blancos. El centro está declarado Conjunto Histórico. Para hacernos una idea del entorno lo mejor es asomarse al mirador, cerca de la oficina de turismo. Para disfrutar de la tranquilidad de esta localidad hay que perderse por sus calles empedradas y admirar sus casas de níveo inmaculado siempre engalanadas con flores que dan la nota de color.
En la Plaza de España se encuentra la Iglesia de la Aurora, del siglo XVII, de estilo renacentista de transición al Barroco y una fuente medieval. Otros templos que se pueden visitar son la Iglesia de San José, la de San Juan, construida en el siglo XVIII en los restos de una mezquita, y la Iglesia de Nuestra señora de la Encarnación.
Un paseo muy recomendable es el que discurre por una calzada medieval recuperada, de piedra caliza, que circula por la parte baja del pueblo, bordeando el río Guadalete. Otra actividad es la visita a la Fábrica de Mantas y el Museo de Artesanía textil, lo que nos dará una idea de la trascendencia de la industria textil en esta localidad.
Para los amantes de la naturaleza, el parque Natural Sierra de Grazalema es el destino ideal. Reserva de la Biosfera por la Unesco, posee un microclima especial que le convierte en el lugar más lluvioso de toda la península.
Una curiosidad: por aquí discurre el Gran Recorrido 7 (GR7) una ruta que va desde Tarifa hasta el Templo de Delfos en Grecia y que atraviesa España y pasa por Andorra, Francia, Suiza, Alemania, Austria, Hungría, Rumanía, Bulgaria y Grecia.
En Benamahoma, una pedanía de Grazalema, está la Fuente del Nacimiento, un manantial natural donde se ubica el Museo del agua, que muestra al visitante como la energía hidráulica ha servido para la producción de aceite de oliva, harina, o para la carpintería y el proceso de abatanado de la lana.
Aigües de Busot (Alicante)
Esta pequeña población de menos de 1.000 habitantes se encuentra a unos 9 km de la playa de Alicante y a 13 km de la playa de El Campello, lo que le convierte en el lugar ideal si se desea combinar un lugar rural y tranquilo con el mar. Eso sí, si desea un baño en las aguas del Mediterráneo conviene acudir temprano a las playas de los alrededores ya que algunas tienen aforo limitado como medida de seguridad por el COVID-19.
Al margen de las playas que se encuentran muy cerca, se pueden visitar otros entornos naturales. En la misma localidad de Aigües de Busot no hay que dejar de visitar la pinada que se encuentra en el Cabezo d’Or, alfombrada de romero, tomillo y lavanda. El entorno está dotado con bancos y miradores, como el que se encuentra en la antigua Fuente de la Cogolla desde donde se divisa parte de la costa alicantina.
A poco más de una hora en coche hallamos las Fuentes del Algar, muy cerca de la turística localidad de Benidorm. Se trata de un peculiar paraje de cascadas, fuentes, manantiales y pozas con frías aguas (solo aptas para valientes) a 18º en verano e invierno.
Para los amantes de lo paranormal y las leyendas, en Aigües de Busot se localiza un impresionante edificio del siglo XIX, el Preventori. En el pasado fue un hotel balneario de relax para la clase alta y adinerada que aprovechaban las aguas termales de la zona. Se llamaba entonces Hotel Miramar Estación de Invierno. Tras la Guerra Civil y hasta 1967 se convirtió en un sanatorio de niños tuberculosos, donde según algunos su sufrimiento quedó atrapado entre sus paredes. Hoy se encuentra en un estado lamentable.
San Andrés (La Palma)
La Palma se la conoce como la isla bonita. En un escaso territorio de 706 km2 se localizan frondosos bosques de laurisilva, imponentes volcanes, playas y el cielo con mejor calidad para la visión astronómica.
San Andrés y Sauces forman parte de la Villa de San Andrés. Esta pequeña localidad costera al norte de la isla, con unos 250 habitantes, está declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico. Para llegar a ella hay que atravesar el puente más grande de un solo arco de toda España. Es una de las localidades más bonitas de la isla, con calles adoquinadas y grandes casas de familias adineradas, ejemplos de la arquitectura tradicional canaria, construidos con gruesos muros de piedra y barro.
La iglesia de San Andrés, con retablos barrocos y artesonados mudéjares, es uno de los mejores tempos conservados de la isla, aunque sea uno de los primeros en erigirse. Tiene un sendero paralelo al mar que lleva al Charco Azul, con piscinas y charcos de agua de mar que ahora se encuentran cerradas como medida de seguridad por el COVID-19.
A unos 4 kilómetros hallamos el Molino el Regente, construido en 1873 para aprovechar la fuerza del agua generada por el desnivel del terreno y moler grano para elaborar el tradicional gofio. Su interior se puede visitar y ver la sala de turbinas o herramientas del trabajo artesanal.
Pero si por algo destaca La pala es por los más de 1.000 km de senderos para todos los públicos, desde los más exigentes a los que solo pueden hacer recorridos cortos y de dificultad baja. Por ejemplo, a unos 7 km de San Andrés se ubica el sendero del Cubo de la Galga, un profundo bosque de laurisilva, de unos 12,4 kilómetros que se realiza en unas cuatro horas con un desnivel máximo de 750 metros, y un grado de dificultad apropiada para niños o personas de edad.
Creado: 16 de julio de 2020