Aunque se dan en pocos casos, el bebé puede nacer con algún tipo de malformación congénita. Te explicamos qué puede causarlas y nos centramos en una de las más comunes: los defectos del tubo neural.
Hay infinidad de tipos de defectos congénitos. Los hay que afectan gravemente al aspecto físico o anatómico, provocando importantes limitaciones en la vida del niño (por ejemplo la ausencia de algún miembro); otros que no son tan evidentes en el aspecto físico, pero que alteran las funciones de órganos fundamentales para el bebé, pudiendo ser incompatibles con la vida (como ciertas malformaciones cardiacas); y otros que apenas causan un mero problema estético sin secuelas importantes (labio leporino).
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De entre los diferentes tipos de malformaciones que existen destacan los defectos del tubo neural, tanto por la gran repercusión que tienen en la vida del niño afectado, como por ser los segundos defectos congénitos en frecuencia, después de las malformaciones del corazón.
¿Qué son los defectos del tubo neural?
Los defectos del tubo neural son malformaciones que se producen por una alteración en el desarrollo de las estructuras que se encargan de proteger al sistema nervioso central, es decir, a la médula espinal y al cerebro. Estos defectos se producen por una anomalía del tubo neural, que es una estructura en forma de cilindro que surge en el embrión en las primeras semanas de vida, y cuya función es la de formar el futuro sistema nervioso del bebé.
Cuando hay un problema que afecta al desarrollo del embrión durante la formación del tubo neural, se impide el correcto cierre del cilindro, con la consiguiente falta de fusión de los extremos de las estructuras que formarán la cubierta protectora del tejido nervioso. Estas estructuras son el cráneo y la columna vertebral, así como las membranas que rodean al sistema nervioso, que se conocen como meninges. Cuando no se fusionan, parte del tejido nervioso quedará desprotegido y expuesto.
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Existen diversos grados de intensidad en este tipo de malformaciones, desde la más grave de todas que es la anencefalia, o ausencia total de cráneo y cerebro, hasta pequeñas anomalías apenas apreciables que no conllevan secuelas importantes. Entre los diferentes tipos de defectos del tubo neural se encuentra la espina bífida, que afecta a la columna vertebral del niño y, consecuentemente, a la médula espinal.
Este tipo de malformaciones congénitas se producen desde las primeras etapas del desarrollo del bebé, alrededor de la cuarta semana de vida intrauterina.