Eliminar los michelines que se acumulan en cintura, abdomen o espalda ya es posible gracias a la criolipólisis, una técnica que se sirve del frío para destruir los adipocitos o células grasas sin necesidad de cirugía.
Si estás pensando en someterte a este tratamiento para eliminar michelines de alguna zona de tu cuerpo, antes conviene conocer sus pros y contras. Sin duda, las principales ventajas de la criolipólisis son:
No es un tratamiento invasivo y no son necesarias ni cirugías ni agujas.
No necesita anestesia.
No daña la piel durante el proceso.
La recuperación es tan rápida que permite realizar una vida normal a las pocas horas de someterse a este tratamiento.
Los resultados son permanentes, porque se reduce el número de adipocitos.
En el lado opuesto, esto es, entre los efectos secundarios negativos asociados a la criolipólisis se encuentran:
Enrojecimiento de la piel en la zona tratada después de la sesión que suele durar desde unos minutos a horas.
Pueden aparecer hematomas causados al hacer el vacío.
Tirantez en la zona en la que se lleva a cabo la sesión y que suele durar, al igual que el enrojecimiento, un corto período de tiempo.
Algunas personas también sienten hormigueo, adormecimiento o calambres en la zona en la que se llevó a cabo el proceso, sensación que puede persistir durante días o incluso semanas.
En principio, los expertos aseguran que los resultados de esta técnica son permanentes, al igual que sucede en el caso de la lipoescultura. Eso sí, siempre y cuando la persona que se somete al tratamiento lleve diariamente una dieta saludable y la complemente realizando ejercicio físico.
Contraindicaciones de la criolipólisis
A pesar de que la criolipólisis tiene más ventajas que inconvenientes, no todo el mundo puede someterse a este tipo de tratamiento estético, y está contraindicado en los siguientes casos:
Menores de edad.
Personas que padecen obesidad y tienen grandes acumulaciones de grasa.
Mujeres embarazadas, lactantes o que estén menstruando.
Enfermos que padezcan patologías crónicas como, por ejemplo, hipertensión, diabetes o problemas cardiovasculares. Tampoco está indicada para aquellos que sufran alteraciones en la coagulación o padezcan procesos infecciosos.