Familias mixtas
En las familias mixtas, en las que uno o ambos miembros de la pareja aportan hijos de una relación anterior, la convivencia suele ser más difícil. Conoce las sugerencias de los expertos para evitar conflictos.

Etapas evolutivas de la familia mixta

Una pareja con sus hijos con gesto preocupado
En la etapa intermedia, la familia afronta las dificultades anteriores, e intenta llegar a acuerdos para mejorar el bienestar de todos sus miembros.
Georgina Burgos

Por: Georgina Burgos

Sexóloga, psicóloga y escritora

Actualizado: 22 de septiembre de 2022

La evolución de las familias mixtas o reconstituidas pasa por tres fases o etapas, que es importante diferenciar.

Familias reales, no ideales

En la etapa inicial, la pareja empieza su convivencia en un nuevo hogar y tiene la ilusión de formar una familia donde todos los miembros se integren y relacionen de forma armoniosa. Esperan integrar a sus hijos –y a los hijos que aún están por llegar fruto de la nueva relación– de un modo gratificante, y con unos vínculos afectivos generalmente poco realistas. Por ello, a lo largo de esta primera etapa, la realidad pone de manifiesto que la familia ideal deseada no es la familia que se está construyendo y aparecen sentimientos, tanto negativos como positivos, que no se habían esperado a priori. En la fase final de esta etapa se abandona el sueño de familia ideal y la pareja comprende que ha de analizar y modificar las dinámicas familiares actuales para mejorar el bienestar de todos.

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Negociación y reglas

En la etapa intermedia los miembros de la familia afrontan las dificultades que ya se han ido manifestando y consolidando en la etapa anterior. En esta etapa se trata de negociar y llegar a acuerdos para establecer reglas adecuadas, productivas y constructivas, para la buena marcha de la relación interpersonal entre los miembros de la nueva estructura familiar. Es una etapa en la que se intentan fortalecer los vínculos afectivos de manera consistente y con mayor coherencia que en la etapa inicial, que estaba marcada, sobre todo al principio, por una idealización de las relaciones afectivas.

Esta etapa es compleja ya que, en general, ninguno de los miembros de la nueva familia tiene experiencia ni un aprendizaje previo de los recursos necesarios para afrontar los conflictos y dificultades que enfrenta, puesto que no han vivido una situación familiar similar con anterioridad. Serán imprescindibles el respeto mutuo, una buena comunicación, y grandes dosis de paciencia para ir manejando los sentimientos de celos, resentimiento, angustia, confusión, e incluso inmadurez, que vayan surgiendo a lo largo de la nueva vida familiar.

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La duración de esta etapa intermedia es de cuatro a seis años, y es una gran oportunidad para fortalecer los vínculos entre los miembros de la familia y conseguir una mejor integración de todos.

Y por fin, el equilibrio y la unión

En la etapa final, si la pareja mantiene una relación sólida y se han establecido unos vínculos afectivos adecuados, y unas dinámicas y reglas familiares satisfactorias, la familia habrá llegado a un equilibrio realista y sus miembros se sentirán más unidos que al principio. En consecuencia, se habrá pasado de una ilusión (o un ideal) a una realidad mejor consolidada y más satisfactoria, adaptada a las necesidades de todos los miembros del núcleo familiar mixto.

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Creado: 28 de julio de 2015

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