¿Por qué tenemos pesadillas?

Las pesadillas son un fenómeno frecuente en la infancia y adolescencia, pero los adultos también suelen experimentarlas. Conoce el origen de nuestros miedos nocturnos, y cómo evitar que alteren tu descanso.
Pesadilla nocturna recurrente
El estrés y la ansiedad activan el cerebro, dificultan la relajación muscular, y favorecen la aparición de pesadillas.
Eva Salabert

Por: Eva Salabert

Periodista experta en salud

Actualizado: 31 de octubre de 2023

Las pesadillas son un fenómeno que se puede experimentar a cualquier edad, y aunque suelen aparecer en la infancia –se estima que el 25% de los niños de entre 5 y 12 años se despierta a causa de un mal sueño una vez a la semana--, se pueden seguir sufriendo durante la edad adulta ya que, como se ha observado en estudios que analizan las emociones que se manifiestan durante las diferentes fases del sueño, el 75% de las experiencias vividas en la fase REM, que es la etapa en la que se tienen la mayor parte de los sueños, son negativas y, por tanto, se consideran pesadillas.

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Hay muchas teorías que pretenden explicar el origen y la función de los sueños en general, y de las pesadillas en particular. A pesar de que los expertos no se ponen de acuerdo al respecto porque, tal y como explica el Dr. Diego García-Borreguero, director del Instituto de Investigaciones del Sueño (ISS), no es posible estudiar los sueños de una manera científica, al no tratarse de fenómenos reproducibles, algunas hipótesis señalan que las historias que soñamos podrían incluso desempeñar una función biológica evolutiva, que nos ayudaría a trabajar, mientras dormimos, sobre ciertas facetas de nuestra vida cotidiana no resueltas, así como a dar rienda suelta a las emociones que no siempre expresamos en el mundo real, o a liberarnos de las tensiones acumuladas y procesar traumas.

Mujer con pesadillas

Factores de riesgo para tener pesadillas

Entre los factores de riesgo no modificables y que vuelven a una persona más propensa a tener pesadillas están la edad –niños, adolescentes y jóvenes sufren más estos malos sueños que los adultos a partir de los 40 años–, y el sexo, ya que con independencia de la edad, las niñas y mujeres son más propensas a tener pesadillas que los individuos del género masculino.

Algunas hipótesis indican que los sueños podrían desempeñar una función biológica evolutiva, que nos ayudaría a trabajar, mientras dormimos, sobre ciertas facetas de nuestra vida cotidiana no resueltas

Los estímulos externos que influyen en la actividad de nuestro cerebro son determinantes a la hora de tener pesadillas, por lo que intentar evitarlos y establecer una buena higiene del sueño nos ayudará a dormir bien y sin sobresaltos. Entre las principales causas de malos sueños están:

  • Elevados niveles de estrés y ansiedad, que activan el cerebro, dificultan la relajación muscular, e impiden desconectar de las tareas y los problemas.
  • Una cena copiosa o que incluya alimentos o bebidas pesados de digerir o que contengan sustancias excitantes (chocolate, café, té, bebidas energéticas…), no solo hace que cueste más conciliar el sueño sino que, una vez dormido, favorece la aparición de pesadillas.
  • Consumo de ciertos medicamentos, especialmente antidepresivos ansiolíticos e hipnóticos (que se emplean para combatir el insomnio), pero también se han descrito casos con fármacos de uso común como antibióticos o antiinflamatorios, en tratamientos para el párkinson o para dejar de fumar.
  • Ingesta de alcohol, o síndrome de abstinencia por haber dejado de beber, así como el consumo de drogas, como el cannabis.
  • Visionar determinadas películas o programas –violentos, de terror, un drama…–, o leer un libro con ese mismo tipo de contenido antes de acostarse.
  • Fiebre alta a consecuencia de alguna enfermedad.
  • Situaciones estresantes como una mudanza, estar en época de exámenes o un divorcio pueden manifestarse en forma de pesadillas recurrentes.
  • Traumas: las personas que han experimentado eventos traumáticos, como un accidente o un asalto, pueden experimentar pesadillas como parte del trastorno de estrés postraumático (TEPT).
  • Trastornos del sueño como la apnea, o la narcolepsia, también pueden cursar con pesadillas.
  • Privación de sueño: igualmente, cambios frecuentes en nuestras rutinas de sueño, sufrir insomnio o una falta evidente de descanso pueden incidir en su aparición.

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Aunque las pesadillas ocasionales, en sí mismas, no supongan un problema de salud ni una enfermedad, si son frecuentes, extremadamente inquietantes, perturbadoras o recurrentes, pueden ser un síntoma de un trastorno emocional, o un efecto secundario de algún medicamento que estés tomando, por lo que sería conveniente explorar qué factores pueden estar influyendo en su aparición habitual y consultarlo con tu médico.

Las técnicas de relajación, escuchar música tranquilizante, y practicar mindufulness o yoga, que ayudan a reducir el estrés, pueden contribuir a que desaparezcan las pesadillas. 

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Creado: 26 de julio de 2016

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