Aunque las necesidades normales de un individuo quedan cubiertas con los 15-20 mg de hierro que aporta una dieta normal, en el caso de las gestantes éstas se incrementarán hasta 1 mg diario de hierro en el primer trimestre y hasta 6 mg/día en el último trimestre. Solo suplementando estas cantidades podremos preparar adecuadamente a la mujer para un embarazo seguro y un parto sin consecuencias derivadas de este déficit.
De manera profiláctica está prácticamente generalizado el uso de preparados farmacéuticos que combinan hierro, ácido fólico y distintas vitaminas desde el inicio de la concepción, así como otros componentes vitamínicos y minerales para prevenir la aparición de anemia y sus consecuencias.
En la actualidad, para el tratamiento de la anemia ferropénica se recomiendan preparados farmacéuticos de hierro elemento en forma ferrosa por su mejor absorción, con la contrapartida de sus molestias gastrointestinales que generalmente le acompañan. Así, el sulfato ferroso (150 mg diarios) o el gluconato ferroso (300 mg diarios) son los preparados más utilizados.
Cómo tomar el hierro durante el embarazo
Se debe tomar en ayunas en torno a una hora antes del desayuno, aunque esto puede aumentar la intolerancia al hierro; por el contrario se aumentará su absorción con zumos que contengan vitamina C y se pueden minimizar las molestias digestivas con formulaciones como el ascorbato o lactato, aunque también a expensas de una menor absorción.
En situaciones de intolerancia gastrointestinal importante o en anemias graves por debajo de 7 g de hemoglobina, o con consecuencias tanto en la mujer como en el feto, se recomienda la administración intravenosa de hierro.
En los casos de anemia muy grave, definida como aquella por debajo de 6 g de hemoglobina y en prevención de problemas fetales, se debe valorar la necesidad de transfusión sanguínea.