Los niños que toman cafeína tienen más riesgo de probar el alcohol

Asocian el consumo diario de refrescos con cafeína en los niños con una elevada impulsividad y una baja memoria de trabajo, que son factores de riesgo para desarrollar un trastorno por uso de sustancias, como alcohol o marihuana.
Niño bebiendo un refresco de cola

08/11/2023

El exceso de cafeína es perjudicial para la salud, pero, en el caso de los niños, el consumo diario de esta sustancia puede tener consecuencias especialmente negativas, como acaba de revelar un estudio en el que se han analizado datos de 2.092 niños estadounidenses de entre nueve y 10 años. En concreto, aquellos niños que afirmaron beber refrescos con cafeína todos los días, tenían el doble probabilidades de confesar que habían tomado sorbos de alcohol un año después.

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Además, también eran más impulsivos y tenían una peor memoria de trabajo, según demuestran los resultados del estudio publicados en Substance Use & Misuse. Aunque estudios previos realizados en adolescentes han demostrado que aquellos que beben bebidas energéticas con regularidad tienen cinco veces más probabilidades de consumir alcohol o marihuana en uno o dos años, este es el primer estudio que ha demostrado resultados similares en niños pequeños.

Los autores de la nueva investigación emplearon datos del Estudio de Desarrollo Cognitivo Cerebral en Adolescentes (ABCD) –el gran estudio longitudinal sobre el desarrollo del cerebro y la salud infantil en los Estados Unidos– con el objetivo de averiguar si existía una conexión entre el consumo de alcohol y el consumo de refrescos con cafeína en niños más pequeños, y comprender mejor la relación entre el consumo de la bebida y los factores de riesgo conocidos del trastorno por uso de sustancias, como la reducción de la memoria de trabajo (por ejemplo, mantener una breve secuencia de números en la mente durante unos minutos) y una mayor impulsividad.

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Niños impulsivos y con características cerebrales asociadas al TDAH

Para probar estas funciones cognitivas, asignaron a los niños una serie de tareas para que las realizaran mientras se registraba su actividad cerebral. En una de estas tareas, por ejemplo, los menores tenían que determinar si un objeto que se les presentaba era el mismo que se había mostrado en las dos pruebas anteriores. Tras tener en cuenta factores que podrían haber influido como los antecedentes familiares de consumo de drogas y la baja educación de los padres, los resultados mostraron que tanto la alta impulsividad, como la baja memoria de trabajo, se asociaron significativamente con el consumo diario de refrescos con cafeína.

“No existe consenso sobre una dosis segura de cafeína en los niños, y algunos niños podrían ser más vulnerables a los efectos adversos asociados con el consumo frecuente de cafeína”

Los investigadores también comprobaron que la actividad cerebral de los niños que bebían refrescos con cafeína con regularidad era diferente a la de sus homólogos que no los bebían. Por ejemplo, al realizar la tarea de control de impulsos, los consumidores diarios mostraron una menor actividad en una zona del cerebro llamada corteza cingulada anterior (CCA). La actividad disminuida en la CCA se observa con frecuencia en niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y en personas con trastornos por uso de sustancias.

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Respecto a la prueba de memoria de trabajo, los bebedores diarios presentaron una menor activación en otra zona del cerebro denominada circunvolución frontal inferior, que forma parte del lóbulo frontal y cuya activación reducida se ha demostrado en estudios anteriores que está relacionada con una menor capacidad de memoria de trabajo.

“Nuestros hallazgos sugieren que el consumo diario de refrescos con cafeína en niños predice el uso de sustancias en el futuro cercano. Una posible explicación es que las sustancias contenidas en los refrescos con cafeína (cafeína y azúcar) podrían inducir un efecto toxicológico en el cerebro, haciendo al individuo más sensible a los efectos reforzadores de drogas más duras como el alcohol”, ha explicado la autora principal Mina Kwon, del Departamento de Psicología de la Universidad Nacional de Seúl.

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Esto se conoce como la ‘hipótesis de la puerta de entrada’. Sin embargo, también es posible una teoría alternativa conocida como la ‘hipótesis de la responsabilidad común’, que se basa en la idea de que los niños que naturalmente son menos capaces de regular sus impulsos tienen más probabilidades de buscar y probar sustancias como la cafeína a una edad temprana y, a medida que crecen y les resulta más fácil acceder a sustancias ilícitas, pueden pasar a consumir drogas más duras como el alcohol.

“El consumo frecuente de refrescos con cafeína podría indicar un mayor riesgo de iniciar el consumo de sustancias en el futuro, debido a los factores de riesgo comunes entre los dos comportamientos”, añade el profesor Woo-Young Ahn, director del Laboratorio de Ciencias Clínicas Computacionales de la Universidad Nacional de Seúl.

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“Nuestros resultados tienen implicaciones importantes para las recomendaciones de salud pública, ya que nuestro estudio proporciona información novedosa sobre los correlatos neuroconductuales del consumo de refrescos con cafeína en niños, que rara vez se ha evaluado. Por lo tanto, es vital desarrollar recomendaciones basadas en evidencia para el consumo de refrescos con cafeína en menores. No existe consenso sobre una dosis segura de cafeína en los niños, y algunos niños podrían ser más vulnerables a los efectos adversos asociados con el consumo frecuente de cafeína que otros”.

“Aunque respaldamos la solidez de nuestros resultados principales mediante la aplicación de métodos estadísticos que podrían controlar otras variables de confusión, también reconocemos que múltiples variables distintas a la ingesta de refrescos con cafeína pueden mediar en la relación entre los factores de riesgo neuroconductuales y el consumo futuro de alcohol”.

Actualizado: 8 de noviembre de 2023

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