Estudios cerebrales revelan por qué nadar en agua fría mejora tu ánimo

Bañarse en agua fría mejora el estado de ánimo y la atención porque provoca cambios en áreas del cerebro que procesan las emociones, un hallazgo que puede ayudar a encontrar nuevas terapias para la ansiedad y la depresión.
Dos nadadores saliendo de un lago en invierno

08/02/2023

Seguramente habrás visto imágenes de personas bañándose en aguas muy frías, hasta el punto de que incluso tienen que hacer un agujero en el hielo para poder sumergirse (como el método Wim Hof). Se considera una costumbre muy saludable para cuerpo y mente y ahora un estudio ha encontrado que la inmersión en agua a bajas temperaturas puede mejorar nuestro estado de ánimo y hacernos felices porque tiene un impacto positivo sobre el cerebro.

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Por primera vez, un grupo de científicos de la Universidad de Portsmouth, la Universidad de Bournemouth y los Hospitales Universitarios de Dorset (UHD), en Reino Unido, ha observado los cambios que se producen en la forma en que las diferentes áreas del cerebro interactúan entre sí tras sumergir el cuerpo de una persona en agua fría y han descubierto por qué las personas que nadan al aire libre o se dan un baño frío se suelen sentir más animadas y alertas después de hacerlo.

Los investigadores realizaron un ensayo en el que participaron 33 voluntarios sanos que se sometieron a una resonancia magnética funcional (fMRI) inmediatamente después de bañarse en agua fría y las imágenes mostraron cambios en la conectividad entre las zonas del cerebro que se encargan de procesar las emociones. Sus hallazgos se han publicado en la revista Biology.

Las imágenes cerebrales mostraron cambios en la conectividad entre las “partes del cerebro que controlan nuestras emociones y nos ayudan a estar atentos y tomar decisiones”

La Dra. Heather Massey, de la Escuela de Ciencias del Deporte, la Salud y el Ejercicio de la Universidad de Portsmouth, ha declarado que la natación al aire libre y la inmersión en agua fría están ganando cada vez más adeptos y su popularidad ha aumentado porque muchos practican estas actividades “para mejorar el estado de ánimo”, por lo que “hace mucho tiempo que deberíamos estudiar cómo nos puede afectar. Sabemos mucho sobre el impacto que la inmersión en agua fría puede tener en el cuerpo, pero no en el cerebro, principalmente porque ha sido más difícil de estudiar. Solo ahora que la tecnología se está desarrollando, podemos comenzar a obtener una idea”.

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La Dra. Ala Yankouskaya, profesora titular de Psicología en la Universidad de Bournemouth y directora del estudio ha afirmado que “los beneficios de la inmersión en agua fría son ampliamente conocidos por estudios anteriores en los que se preguntó a los participantes cómo se sentían después, pero queríamos ver cómo el impacto de sumergirse en agua fría realmente afecta el cerebro”.

Cambios en las áreas del cerebro que controlan nuestras emociones

En primer lugar, se realizó una resonancia magnética a todos los participantes en el Instituto de Visualización e Imágenes Médicas de la Universidad de Bournemouth. Después se sumergieron en una piscina de agua a 20 ºC durante cinco minutos, mientras se medían las respuestas fisiológicas de su organismo con un electrocardiograma (ECG) y un equipo respiratorio. Tras secarlos rápidamente, se les realizó una segunda resonancia magnética funcional para que los investigadores pudieran detectar cualquier cambio en la actividad de sus cerebros.

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“Todas las partes diminutas del cerebro están conectadas entre sí en un cierto patrón cuando llevamos a cabo actividades en nuestra vida cotidiana, por lo que el cerebro funciona como un todo”, ha explicado la Dra. Yankouskaya. “Después de que nuestros participantes se sumergieron en el agua fría, vimos los efectos fisiológicos, como escalofríos y respiración agitada. Luego, las imágenes de resonancia magnética nos mostraron cómo el cerebro reconfigura su conectividad para ayudar a la persona a sobrellevar el impacto”. 

Al comparar las imágenes de los escáneres comprobaron que se habían producido cambios en la conectividad entre áreas específicas del cerebro, en concreto en la corteza prefrontal medial y la corteza parietal, que son las “partes del cerebro que controlan nuestras emociones y nos ayudan a estar atentos y tomar decisiones”, señala la Dra. Yankouskaya. “Entonces, cuando los participantes nos dijeron que se sentían más alertas, emocionados y, en general, mejor después de su baño frío, esperábamos ver cambios en la conectividad entre esas partes. Y eso es exactamente lo que encontramos”.

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Yankouskaya también ha explicado que “la corteza prefrontal medial y la corteza parietal tienen conexiones diferentes cuando las personas tienen trastornos como depresión y ansiedad” y que “aprender cómo el agua fría puede reconfigurar estas partes del cerebro podría ayudarnos a comprender por qué la conectividad es tan diferente para las personas con estas afecciones y, con suerte, a largo plazo, conducir a tratamientos alternativos”. Por ello, el próximo objetivo de estos científicos es aprovechar sus hallazgos para averiguar más cosas sobre la conectividad y las interacciones entre las partes del cerebro de las personas con problemas de salud mental.

Actualizado: 9 de febrero de 2023

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