Detectan micotoxinas cancerígenas en polen de abeja vendido en España

Científicos españoles detectan micotoxinas cancerígenas en más de 80 muestras de polen de abeja que se comercializan para consumo humano en países como España, y advierten que pueden suponer un riesgo para la salud.
Abeja recolectando polen de una flor

18/05/2023

El polen de abeja es una sustancia natural que producen estos insectos mezclando el polvillo que recolectan en las flores con su saliva, el néctar y la miel, que tiene propiedades nutricionales y al que también se atribuyen beneficios para la salud. De hecho, muchas personas lo adquieren y consumen regularmente y también se ha considerado su posible uso como alimento y suplemento para el ganado.

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Ahora, sin embargo, los resultados de un estudio liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en colaboración con la Universidad de Almería, han encendido las alarmas porque revelan que se han detectado cuatro micotoxinas –aflatoxina B1, ocratoxina A, zearalenona y deoxinivalenol– en muestras de polen comercializado en hasta 28 países, incluido España, que constituyen una amenaza latente para la salud humana.

Las micotoxinas son un grupo de moléculas que se pueden encontrar en los alimentos y suponen un riesgo para la salud de los consumidores, pero aunque algunas de ellas, como las aflatoxinas, han sido reconocidas por la International Agency for Research on Cancer (IARC) como los compuestos naturales con mayor potencial cancerígeno para los seres humanos que se conocen, seguidas por la ocratoxina A, el deoxinivalenol o la zearalenona, no se han establecido restricciones legales sobre ellas en el caso del polen de abeja.

Los resultados mostraron la presencia de al menos una de las micotoxinas analizadas en el 100% de las muestras de polen de abeja, "siendo la aflatoxina B1 la que presentó la mayor tasa de incidencia”

Además de sus efectos cancerígenos, también se han descrito como potentes agentes inmunosupresores (inhiben la respuesta inmunitaria), mutagénicos (capaces de producir alteraciones genéticas hereditarias o aumentar su frecuencia) y teratogénicos (que puede alterar el desarrollo del feto y causar malformaciones congénitas). El estudio se ha publicado en la revista Food Control.

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Ampliar los controles de seguridad alimentaria al polen de abeja

Los investigadores realizaron ensayos inmunoenzimáticos para evaluar la presencia de cinco micotoxinas –aflatoxina B1, ocratoxina A, zearalenona, deoxinivalenol y toxina T2– en 80 muestras de polen apícola de países como China, España, Estados Unidos, India, Italia y Rusia, entre otros. “A través de la técnica ELISA, se han detectado micotoxinas en todas las muestras analizadas”, explica María Dolores Hernando, investigadora de la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA-CSIC).

“Estas muestras, además de la distinta procedencia, incluyen una amplia diversidad en las características del polen comercializado para consumo humano, como su forma de producción (convencional y ecológica), su composición floral (mono y multifloral) y su procesado (polen fresco, deshidratado y como pan de abeja)”, añade.

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Estos científicos también analizaron el margen de exposición como indicador del nivel de peligro sanitario sobre la presencia de micotoxinas cancerígenas y el riesgo asociado con la exposición a una o más micotoxinas. Para ello han tenido en cuenta los datos de consumo del Comprehensive European Food Consumption Database de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) para diferentes grupos de población.

Los resultados de las pruebas “mostraron la presencia de al menos una de las micotoxinas analizadas en el 100% de las muestras, siendo la aflatoxina B1 la que presentó la mayor tasa de incidencia”, explican en el artículo. En el 28% de los casos analizados, el contenido de deoxinivalenol sobrepasaba los valores de referencia toxicológicos, mientras la aflatoxina B1, a consecuencia de su concentración y frecuencia de detección –del 98%– se considera de alta preocupación en el 84% de los casos.

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Debido a la falta de información sobre el alcance de la contaminación con sustancias peligrosas del polen de abeja, sigue habiendo una serie de interrogantes sobre la seguridad de este producto apícola. Los autores del trabajo destacan la necesidad de mejorar los procesos de secado y conservación del polen, así como la ampliación de los controles de seguridad alimentaria a productos considerados, en general, de bajo consumo.

Fuente: Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

Actualizado: 18 de mayo de 2023

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