La apnea del sueño puede dañar el desarrollo cerebral de los niños

Los niños con apnea obstructiva del sueño experimentan una reducción de la sustancia gris en varias zonas del cerebro, lo que puede afectar negativamente al desarrollo de este órgano y provocar problemas cognitivos.
Niño durmiendo con peluche
El 90% de los afectados por apnea del sueño no están diagnosticados.

La apnea obstructiva del sueño es una enfermedad que sufre más del 5% de los niños. Un trastorno que, si no se trata, puede deteriorar el desarrollo cerebral en la infancia, y podría provocar diversos problemas de movimiento, de memoria, de lenguaje, o de autoncontrol, entre otros. Este dato, que ha sido extraído de un reciente estudio llevado a cabo por especialistas de la Universidad de Chicago (EE.UU), pone de relieve la necesidad de tratar a este colectivo; algo que, si bien es factible, no siempre se produce.

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Se estima que alrededor del 10% de los adultos padece esta enfermedad a nivel mundial, y que el 90% está sin diagnosticar. Además, está demostrado que solo el 20% de los afectados cumple el tratamiento, lo que resulta alarmante, pues las personas que sufren esta afección moderada y no reciben tratamiento, tienen tres veces más riesgo de sufrir un ictus.

La apnea obstructiva del sueño está asociada a una disminución de la sustancia gris en el cerebro, que está implicada en el desarrollo cognitivo

En el caso de los niños, este estudio –que ha sido publicado en la revista Scientific Reports ha demostrado que los menores de entre siete y once años que presentan esta afección de forma moderada-grave también podrían tener problemas, porque la sustancia que está relacionada con diversas capacidades –la sustancia gris– experimenta una reducción en diferentes partes del cerebro debido a la apnea obstructiva del sueño.

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Regiones cerebrales afectadas por la apnea del sueño

En la investigación participaron 25 niños de la misma edad, sexo y peso, –16 de los cuales padecían apnea obstructiva del sueño, y los otros 9 no–, a los que se sometió a diferentes test neurocognitivos y a pruebas de imagen por resonancia magnética. Además, los resultados obtenidos fueron comparados con los de otro estudio previo realizado con 191 niños y, una vez más, se confirmó la sospecha, ya que se observó que los menores con esta enfermedad presentaban una reducción del volumen de la sustancia gris en muchas zonas del cerebro, respecto a los niños que no padecían esta afección. En concreto, las regiones cerebrales que experimentaron la disminución de la sustancia gris eran la corteza frontal (es decir, aquella que está relacionada con el movimiento, la memoria, el lenguaje, y el control de los impulsos), la corteza prefrontal (implicada en la planificación y en la personalidad), el lóbulo parietal (asociado a los impulsos sensoriales), el lóbulo temporal (relacionado con el oído), y el tronco del encéfalo (vinculado a las funciones respiratorias y cardiovasculares).

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Aunque los propios investigadores reconocen que no han podido establecer una relación que permita atribuir la pérdida de sustancia gris a la aparición de problemas cognitivos específicos, debido principalmente a que aún no se sabe qué pasa a nivel celular en las neuronas dañadas, como afirma Leila Kheirandish-Gozal, directora del estudio, existe una clara evidencia de que este colectivo sufre una amplia pérdida neuronal respecto a la población general.

Por ello, además de reivindicar la necesidad de realizar más estudios al respecto, la especialista señala que es muy probable que las alteraciones de esta sustancia tengan efectos sobre las funciones cerebrales y, por ende, que dañen el desarrollo cognitivo de los niños. Motivo más que justificado, añade, para impulsar los diagnósticos y los tratamientos de esta enfermedad.

Actualizado: 4 de mayo de 2023

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