Detectan uranio y plomo tóxicos en la orina de vapeadores adolescentes

Los adolescentes que usan cigarrillos electrónicos con regularidad tienen altos niveles de uranio, plomo y cadmio en su orina, lo que podría dañar el desarrollo del cerebro y los órganos. Aquellos que eligen sabores dulces muestran mayores concentraciones de uranio.
Joven vapeando en la calle

30/04/2024

Aunque el vapeo suele ser considerado menos pernicioso que el tabaco convencional, recientes investigaciones han puesto de manifiesto que vapear puede ser tan nocivo como fumar cigarrillos tradicionales. Los expertos en salud pulmonar se han mostrado contundentes al desaconsejar tanto el consumo de cigarrillos comunes como el de los cigarrillos electrónicos, calificándolos a ambos de perjudiciales. Sin embargo, entre los adolescentes, el vapeo ha superado el hábito de fumar cigarrillos, según revela un nuevo informe de la OMS/Europa liderado por la Universidad de Glasgow.

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En este contexto, un nuevo estudio publicado en la revista Tobacco Control ha encontrado que el uso regular de cigarrillos electrónicos por los jóvenes puede incrementar su exposición a metales pesados como el plomo y el uranio, afectando potencialmente el desarrollo neurológico y de otros órganos vitales.

Los autores del estudio han hecho hincapié en la importancia de establecer regulaciones y promover iniciativas de prevención orientadas a los adolescentes. Han descubierto metales específicos en los aerosoles y líquidos de los e-cigarrillos, cuya absorción puede ser particularmente perjudicial durante las etapas de desarrollo. Según sus hallazgos, la exposición elevada a estos metales está asociada con daños cognitivos, trastornos de conducta, problemas respiratorios, cáncer y enfermedades cardiovasculares en los menores.

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Niveles de plomo un 40% más altos en los vapeadores intermitentes

La investigación se basó en datos de la quinta edición del estudio nacional juvenil PATH, llevado a cabo entre diciembre de 2018 y noviembre de 2019, con la participación de 1.607 adolescentes de entre 13 y 17 años. Tras algunas exclusiones, 200 usuarios de cigarrillos electrónicos fueron incluidos en el análisis final.

Se tomaron muestras de orina de estos jóvenes para detectar cadmio, plomo y uranio, clasificando la frecuencia de uso en tres categorías: ocasional (1 a 5 días al mes), intermitente (6 a 19 días) y frecuente (más de 20 días). Los sabores de los cigarrillos electrónicos se categorizaron en cuatro grupos exclusivos: mentol o menta; frutas; dulces, como chocolates o postres; y otros, incluyendo tabaco, clavo, especias, y bebidas alcohólicas o no alcohólicas.

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Entre los 200 vapeadores exclusivos (el 63% eran de sexo femenino), 65 reportaron un uso ocasional, 45 un uso intermitente, y 81 un uso frecuente; faltaba información sobre la frecuencia de vapeo en nueve casos. El número promedio de inhalaciones por día aumentaba con la frecuencia de vapeo.

En el análisis de las muestras de orina, se encontró que los niveles de plomo eran un 40% más altos en los vapeadores intermitentes y un 30% más altos en los frecuentes comparado con los ocasionales. Los niveles de uranio también se duplicaron entre los usuarios frecuentes en comparación con los ocasionales. Además, se observaron niveles de uranio un 90% más altos en aquellos que preferían sabores dulces comparados con los de mentol o menta.

Los autores señalan que al tratarse de un estudio observacional no se pueden sacar conclusiones definitivas sobre la relación entre los niveles de metales tóxicos y la frecuencia o tipo de sabor del vapeo. También mencionan que los niveles de estos metales pueden variar según la marca y tipo de dispositivo utilizado. Aunque los niveles detectados en orina sugieren una exposición crónica, solo se evaluaron en un momento específico. Adicionalmente, indican que el uranio detectado en la orina puede provenir de diversas fuentes, incluyendo la exposición ambiental.

“Debido a la gran toxicidad del plomo y a sus efectos especialmente nocivos en la población más joven, los resultados de este estudio apoyarían el establecimiento de políticas más estrictas para el control del uso de cigarrillos electrónicos en adolescentes”

A pesar de las posibles limitaciones del trabajo los investigadores concluyen en su artículo: “Vapear en los primeros años de vida podría aumentar el riesgo de exposición a metales, lo que podría dañar el desarrollo del cerebro y los órganos. La regulación sobre el vapeo debería salvaguardar a la población joven contra la adicción y la exposición a los metales”.

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“Los cigarrillos electrónicos son una fuente de exposición a metales pesados”, afirma Pablo Olmedo, profesor titular en el departamento de Medicina Legal, Toxicología y Antropología Física de la facultad de Medicina, que no ha participado en el estudio, en declaraciones a SMC España. “Las resistencias metálicas de estos dispositivos se calientan a altas temperaturas para generar el aerosol que se inhala. Estudios anteriores han demostrado que en este proceso el aerosol se contamina con una amplia variedad de metales provenientes de la resistencia. Algunos de estos metales pueden tener graves consecuencias para la salud, especialmente en los grupos de población más vulnerables como los jóvenes, cuyo organismo está en desarrollo”, explica.

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“Es interesante que los niveles de plomo y uranio fueron más elevados en aquellos adolescentes con mayores frecuencias de consumo. La exposición al plomo es especialmente preocupante, ya que es muy nocivo para el desarrollo neurológico de los jóvenes. La presencia de plomo en el aerosol de los cigarrillos electrónicos ya ha sido confirmada por diferentes estudios”.

“Los resultados de este estudio son consistentes con los de otros estudios que relacionan el consumo de cigarrillos electrónicos con una mayor exposición a metales. El plomo es capaz de acumularse en el organismo a lo largo de la vida y estamos expuestos a él por diferentes vías. Sin embargo, dada la edad de los participantes en este estudio que se encuadra en la adolescencia, podemos asumir que sus niveles de plomo estarían influenciados por el uso de cigarrillos electrónicos. Otros metales como el níquel o el cromo, que son componentes mayoritarios de las resistencias de los cigarrillos electrónicos, deberían de haber sido medidos para una mejor evaluación de la exposición a metales a través de dichos dispositivos”.

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“Debido a la gran toxicidad del plomo y a sus efectos especialmente nocivos en la población más joven, los resultados de este estudio apoyarían el establecimiento de políticas más estrictas para el control del uso de cigarrillos electrónicos en adolescentes. La gran similitud en cuanto a la composición y el funcionamiento de los cigarrillos electrónicos en todo el mundo, hacen de este un problema que afecta a todos los países donde el uso de estos dispositivos sea frecuente”, concluye.

Actualizado: 30 de abril de 2024

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