Dormir siestas cortas puede ayudar a proteger la salud del cerebro

Revelan que la siesta puede proteger la salud del cerebro al ayudar a reducir la velocidad a la que se encoge a medida que envejecemos, tras hallar un estudio una asociación causal entre las siestas diurnas habituales y un mayor volumen cerebral total.
Chica despertándose feliz

22/06/2023

Es habitual que los niños pequeños duerman la siesta, pero también hay muchos adultos que no están dispuestos a renunciar a esta buena costumbre, y algunos estudios les dan la razón, ya que han mostrado que tras disfrutar de uno de estos breves periodos de sueño diurnos las personas obtienen mejores resultados en pruebas cognitivas realizadas en las horas posteriores, que aquellas que no han dormido la siesta. Ahora, un nuevo estudio cuyo objetivo era determinar si existe una relación causal entre las siestas diurnas y la salud del cerebro ha llegado a la conclusión de que tomar siestas durante el día puede ayudar a proteger la salud del cerebro.

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El estudio ha sido realizado por investigadores del University College London (UCL) y la Universidad de la República en Uruguay, que analizaron los datos de individuos de 40 a 69 años y encontraron un vínculo causal entre las siestas habituales y un mayor volumen total del cerebro, un marcador de buena salud cerebral relacionado con un menor riesgo de demencia y otras enfermedades. Los resultados se han publicado en Sleep Health.

“Nuestros hallazgos sugieren que, para algunas personas, las siestas cortas durante el día pueden ser parte del rompecabezas que podría ayudar a preservar la salud del cerebro a medida que nos vamos haciendo más viejos”, ha afirmado la autora principal, la Dra. Victoria Garfield de la Unidad MRC para la salud y el envejecimiento de por vida en UCL.

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Variantes genéticas influyen en la preferencia por dormir la siesta

Los investigadores emplearon una técnica denominada aleatorización mendeliana para observar 97 fragmentos de ADN pensados ​​para determinar la probabilidad de que las personas duerman la siesta habitualmente. Emplearon datos de 378.932 personas del estudio del Biobanco del Reino Unido para comparar medidas de salud cerebral y cognición de individuos más ‘programados’ genéticamente para dormir la siesta con otros que carecían de estas variantes genéticas, y descubrieron que, en general, las personas predeterminadas para dormir la siesta tenían un volumen cerebral total más grande.

Estos científicos estimaron que la diferencia promedio en el volumen cerebral entre las personas que estaban ‘programadas’ para hacer siestas habituales y las que no lo estaban era equivalente a entre 2,6 y 6,5 ​​años de envejecimiento. Sin embargo, no encontraron diferencias en otras tres medidas de salud cerebral y función cognitiva: volumen del hipocampo, tiempo de reacción y procesamiento visual en los programados para echarse la siesta con regularidad.

Las siestas que duran 30 minutos o menos son las que proporcionan los mayores beneficios cognitivos a corto plazo

Las variantes genéticas que influyen en nuestra probabilidad de dormir la siesta se identificaron en un estudio anterior que analizó datos de 452.633 participantes del Biobanco del Reino Unido, dirigido por el Dr. Hassan Dashti (Universidad de Harvard y Hospital General de Massachusetts), que también es autor del nuevo estudio. Las variantes se identificaron sobre la base de la siesta autoinformada, apoyado por mediciones objetivas de actividad física registradas por un acelerómetro de muñeca.

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Los autores del nuevo estudio analizaron los resultados de salud y cognición de los individuos con estas variantes genéticas, así como varios subconjuntos diferentes de estas variantes, ajustados para evitar posibles sesgos, por ejemplo, evitando variantes vinculadas a la somnolencia diurna excesiva, y para ello dispusieron de los datos genéticos y las imágenes de resonancia magnética del cerebro de 35.080 individuos procedentes del Biobanco del Reino Unido.

Aunque no conocían la duración de la siesta en estudios previos se ha sugerido que las siestas que duran 30 minutos o menos son las que proporcionan los mayores beneficios cognitivos a corto plazo y que es menos probable que interfieran con el sueño nocturno. “Este es el primer estudio que intenta desentrañar la relación causal entre la siesta diurna habitual y los resultados cognitivos y estructurales del cerebro. Al observar los genes establecidos al nacer, la aleatorización mendeliana evita los factores de confusión que ocurren a lo largo de la vida y que pueden influir en las asociaciones entre la siesta y los resultados de salud. Nuestro estudio apunta a un vínculo causal entre las siestas habituales y un volumen cerebral total más grande”, ha explicado la autora principal y candidata a doctorado Valentina Paz (Universidad de la República (Uruguay) y Unidad MRC para la Salud y el Envejecimiento de por vida en la UCL.

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La profesora Tara Spires-Jones, presidenta de la Asociación Británica de Neurociencia, líder de grupo en el Instituto de Investigación de la Demencia del Reino Unido y directora adjunta del Centro para el Descubrimiento de las Ciencias del Cerebro de la Universidad de Edimburgo considera que el estudio “es interesante porque se suma a los datos que indican que el sueño es importante para la salud del cerebro”, aunque reconoce algunas limitaciones, como ha detallado en declaraciones a foreignaffairs.co.nz: “Si bien este es un estudio bien realizado, tiene limitaciones. La aleatorización mendeliana pretende establecer si la siesta causó los cambios observados en el volumen cerebral, en lugar de otros factores del estilo de vida que pueden estar asociados con la siesta, mediante el uso de una firma genética. Esto es más fuerte para establecer la causalidad que los estudios que analizan el comportamiento de la siesta (en lugar de la genética), pero eso depende de la precisión de la firma. Los hábitos de siesta de los participantes del UK Biobank fueron autoinformados, lo que podría no ser del todo exacto, y la firma de ‘siesta’ se superpuso sustancialmente con la firma de los resultados cognitivos en el estudio, lo que debilita el vínculo causal”.

Actualizado: 22 de junio de 2023

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