El 3% de los niños en España padece hígado graso: por qué crecen los casos

La incidencia del hígado graso en los niños, una enfermedad inexistente a estas edades hasta hace unos años, crece en España y afecta ya al 3% de la población infantil, según alerta la AEEH. Los expertos advierten de su peligro y señalan las causas.
Niño obeso sentado frente al televisor

14/06/2024

En el marco del Día Internacional del Hígado Graso (Enfermedad Hepática Metabólica) la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) ha alertado de que la incidencia de esta enfermedad hepática metabólica está aumentando entre los niños, cuando hace 10 años apenas les afectaba, y ya la padece el 3% de la población infantil. En España, el hígado graso se empieza a dar entre los 6-8 años, alcanzando su mayor nivel de prevalencia entre los 10-12 años, para después mejorar en la adolescencia gracias a los mayores niveles de ejercicio físico.

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Los expertos de la AEEH lo atribuyen a la epidemia de obesidad, que ya afecta al 30% de los niños y adolescentes en nuestro país y constituye uno de sus principales factores de riesgo junto al sedentarismo y a una dieta inadecuada. Actualmente, se estima que más de 10 millones de españoles tienen hígado graso, de los que alrededor de dos millones presentan inflamación hepática (esteatohepatitis) y unos 400.000 tienen cirrosis hepática.

“La irrupción de esta enfermedad en niños de 6-8 años es un fenómeno tan preocupante como inédito en nuestro país, donde la prevalencia del hígado graso siempre se ha concentrado entre los 40 y los 80 años. La aparición de una prevalencia de hasta el 3% en menores de edad augura una verdadera eclosión de esta patología en adultos”, explica la Dra. Rocío Aller, secretaria científica de la AEEH.

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El presidente de la AEEH, Manuel Romero, ha subrayado la gravedad del problema y ha advertido que las cifras aumentarán exponencialmente a medida que se manifiesten las consecuencias de la epidemia de obesidad infantil, una tendencia que ya se observa en Estados Unidos y que se está extendiendo a otros países avanzados de Europa. “Si no cambiamos los hábitos de consumo y los estilos de vida desde ya, y nos tomamos en serio esta cuestión, la obesidad y las tasas de diabetes se van a multiplicar y, con ellas, las de prevalencia de hígado graso”, continúa.

“Es duro decirlo, pero estamos fabricando enfermos, así que hay que tomar medidas”, ha afirmado Romero, que ha insistido en la necesidad de un enfoque multidisciplinar y multiinstitucional para abordar el problema, involucrando no solo a la Sanidad Pública, sino también a colegios, familias y medios de comunicación.

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Un estudio reciente realizado entre investigadores británicos y finlandeses apuntaba también al sedentarismo creciente entre los más jóvenes, y señalaba que por cada media hora de comportamiento sedentario superior a 6 horas por día, los niños tenían un 15% más de riesgo de desarrollar enfermedad grave del hígado graso, así como cirrosis hepática a los 24 años de edad. Sin embargo, el mismo trabajo apunta a una posible y sencilla solución, ya que cada media hora adicional de actividad física ligera (LPA) más allá de las 3 horas al día redujo el riesgo de enfermedad grave del hígado graso en un 33%.

Dieta saludable y ejercicio físico pueden revertir el hígado graso

Una de las grandes dificultades de esta patología, como ocurre en general con todas las enfermedades hepáticas, es su naturaleza silenciosa. Los síntomas son inespecíficos y no se presentan hasta que el daño hepático es significativo. En niños, las pruebas de detección, aunque han mejorado, no son tan fiables como en adultos. Diagnosticar el hígado graso a tiempo, especialmente en niños y jóvenes, es crucial, ya que un cambio en la dieta y el aumento de la actividad física puede revertir la enfermedad en más del 80% de los casos.

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Los especialistas también están preocupados por el aumento de la enfermedad hepática relacionada con el consumo de alcohol. Ambas enfermedades, el hígado graso y la enfermedad hepática alcohólica, han superado a las hepatitis virales como principales causas de cirrosis, cáncer de hígado y necesidad de trasplante.

“La irrupción de esta enfermedad en niños de 6-8 años es un fenómeno tan preocupante como inédito en nuestro país, donde la prevalencia del hígado graso siempre se ha concentrado entre los 40 y los 80 años”

En España, una de cada cinco personas está en riesgo de padecer una enfermedad hepática, que ya representan la tercera causa de muerte prematura y la segunda causa de años de vida laboral perdidos, solo por detrás de las enfermedades cardiovasculares. Por ello, la AEEH propone un Plan Nacional centrado en la prevención y detección precoz de estas enfermedades, subrayando la importancia de cambiar los estilos de vida y reducir el consumo de alcohol desde edades tempranas, así como intervenir de manera decidida en la prevención de la obesidad.

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Para prevenir el hígado graso consideran imprescindible cambiar los estilos de vida y los comportamientos vinculados al incremento de las enfermedades hepáticas no víricas, así como establecer medidas para evitar el consumo de alcohol a edades cada vez más tempranas y para prevenir la obesidad, que contribuye a la progresión del hígado graso.

Para hacer frente al sedentarismo, Andrew Agbaje,  médico y profesor (docente) de epidemiología clínica y salud infantil en la Universidad del Este de Finlandia que capitaneó el estudio anteriormente mencionado, remarca que “El antídoto más eficaz contra los devastadores efectos del sedentarismo infantil en la salud no es la tan publicitada actividad física de moderada a vigorosa de 60 minutos al día. Más bien, es la actividad física ligera de 3 a 4 horas por día que se pasa por alto. Ejemplos de LPA son los juegos al aire libre, jugar en el patio de recreo, pasear al perro, hacer recados para los padres o caminar y andar en bicicleta. Podemos alentar a los niños y adolescentes a participar diariamente en actividades físicas ligeras para mejorar la salud del hígado, desactivando así el sedentarismo, que es una bomba de tiempo”. 

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Además, la detección precoz resulta clave, por lo que es necesario realizar un cribado de enfermedad hepática en todas las personas con factores de riesgo como diabetes, obesidad o abuso del alcohol, concluyen. “El daño hepático es una enfermedad asesina silenciosa que requiere una vigilancia urgente de la salud pública en la población joven”, concluye Agbaje.

Actualizado: 14 de junio de 2024

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