Asocian problemas de sueño tras hospitalización por COVID con disnea

La disnea que sufren personas que fueron hospitalizadas por COVID-19 puede estar asociada a patrones de sueño alterados debido a la ansiedad y la debilidad muscular, cuyo tratamiento podría revertir las dificultades respiratorias.
Joven con problemas de disnea durante el COVID

17/04/2023

Muchas personas que se han infectado con el coronavirus SARS-CoV-2 siguen experimentando síntomas de la infección tiempo después de que el virus haya desaparecido de su organismo; es lo que se conoce como COVID persistente o prolongado. Uno de estos síntomas es la disnea, y ahora un equipo de científicos de Reino Unido ha encontrado que las alteraciones de los patrones de sueño que sufren algunos pacientes que tuvieron que ser hospitalizados a causa del COVID-19 podrían estar vinculadas a sus dificultades respiratorias.

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Los investigadores han analizado datos de pacientes adultos ingresados en 38 centros de todo el Reino Unido (dados de alta entre marzo de 2020 y octubre de 2021) y han descubierto que el 62% de los que habían sido ingresados en el hospital por COVID presentaban trastornos del sueño, que probablemente se mantendrían un mínimo de 12 meses, y han señalado por primera vez que existe una asociación entre dos secuelas de la enfermedad: la disnea o dificultad para respirar y la interrupción circadiana.

La investigación ha sido dirigida por la Universidad de Manchester y la Universidad de Leicester, se ha presentado en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas celebrado en Copenhague entre el 15 y el 18 de abril y se ha publicado en The Lancet Respiratory Medicine.

Los autores sugieren que tratar la interrupción del sueño reduciendo la ansiedad, y mejorar la fuerza muscular, podría aliviar la dificultad para respirar en estos pacientes

La calidad del sueño se evaluó mediante medidas subjetivas reportadas por 638 pacientes. En otros 729 pacientes se midió objetivamente porque estos usaron dispositivos que medían los niveles de actividad nocturna. Los resultados de ambas medidas mostraron una mayor prevalencia de trastornos del sueño en personas que habían sido hospitalizadas con COVID-19 en comparación con los participantes del grupo de control que habían sido hospitalizados por cualquier causa. El impacto de la hospitalización por COVID en el sueño fue independiente del ingreso en cuidados intensivos.

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Aunque las personas que habían sido hospitalizadas por COVID-19 durmieron en promedio más de una hora más, sus patrones de sueño fuero menos regulares –se observó una reducción del 19% en la escala de regularidad del sueño– en comparación con los participantes que habían ingresado en el hospital por cualquier otra causa. Estos científicos también comprobaron que los individuos con trastornos del sueño eran más propensos a padecer ansiedad y debilidad muscular, que también son síntomas pos-COVID frecuentes.

Tratar las alteraciones del sueño para aliviar problemas respiratorios

El análisis estadístico reveló que era probable que la interrupción del sueño provocara directamente la disnea, pero que la disminución de la función muscular y el incremento de la ansiedad, que son conocidas causas de la disnea, podrían influir en la relación entre la alteración del sueño y la disnea. Por ello, los autores sugieren que tratar la interrupción del sueño reduciendo la ansiedad, y mejorar la fuerza muscular, podría aliviar la dificultad para respirar en estos pacientes, aunque reconocen que es necesario seguir investigando al respecto.

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“Comprender las causas de la disnea es complejo” ha explicado el matemático Callum Jackson de la Universidad de Manchester y primer autor del trabajo, porque que puede ser consecuencia de trastornos “que afectan los sistemas respiratorio, neurológico, cardiovascular y de salud mental”, que “también se ven afectados por la alteración del sueño, otro síntoma que se ha informado con frecuencia después de la COVID-19”.

“Nuestros hallazgos sugieren que la alteración del sueño es un problema común después de la hospitalización por COVID-19 y se asocia con dificultad para respirar”, continúa el experto. “También mostramos que es probable que esto persista durante al menos 12 meses, ya que la calidad subjetiva del sueño no cambió entre las visitas de seguimiento de 5 y 12 meses”.

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Uno de los autores, el Dr. John Blaikley, científico clínico de la Universidad de Manchester y médico respiratorio, dijo: “Este estudio ha descubierto que la alteración del sueño podría ser un factor importante de la falta de aire (o disnea) posterior a la COVID-19 debido a sus asociaciones con función muscular reducida y ansiedad”. “Si este es el caso –añade–, entonces las intervenciones dirigidas a la mala calidad del sueño podrían usarse para controlar los síntomas y la convalecencia después de la hospitalización por COVID-19, lo que podría mejorar los resultados de los pacientes”.

“La investigación futura ahora debe evaluar si las intervenciones dirigidas a los trastornos del sueño pueden mejorar no solo la calidad del sueño sino también la disnea al reducir la ansiedad y mejorar la fuerza muscular”, concluye el profesor Chris Brightling, de la Universidad de Leicester.

Actualizado: 21 de abril de 2023

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