Revelan por qué necesitamos dormir más horas en invierno

En invierno necesitamos dormir más horas que en verano y también dura más nuestro sueño REM, la fase en la que soñamos y que está relacionada con el reloj circadiano que regula el sueño-vigilia y al que afectan los cambios de luz.
Pareja durmiendo frente a un ventanal en invierno

17/02/2023

Nuestros relojes biológicos internos, conocidos como ritmos circadianos, regulan los patrones de sueño y vigilia en función de la luz solar, y las horas de luz varían a lo largo del año, lo que puede afectar a la duración y la calidad de nuestro sueño. Un grupo de expertos ha realizado un estudio que muestra que nuestro sueño REM –la fase en la que soñamos– dura más en invierno que en verano y que tenemos un sueño menos profundo en otoño. Sus hallazgos se han publicado en Frontiers in Neuroscience.

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Según nuestro cronotipo podemos ser alondras matutinas (que se acuestan y se levantan temprano) o búhos noctámbulos (trasnochadores que prefieren quedarse en la cama hasta tarde por la mañana), pero con independencia de ello nuestros relojes corporales están determinados por el sol. En los estudios en los que las personan evalúan su propio sueño se ha encontrado que duermen más en invierno, pero es necesario comprobar si es así con medidas objetivas.

“Posiblemente uno de los logros más preciados en la evolución humana es la casi invisibilidad de la estacionalidad en el nivel de comportamiento”, afirma el Dr. Dieter Kunz, autor correspondiente del estudio, con sede en la Clínica de Sueño y Cronomedicina del Hospital St Hedwig de Berlín. “En nuestro estudio mostramos que la arquitectura del sueño humano varía sustancialmente según las estaciones en una población adulta que vive en un entorno urbano”.

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Adaptar nuestro tiempo de vigilia a los cambios de estación

Investigadores dirigidos por Aileen Seidler en el grupo de trabajo del Dr. Kunz en la Universidad Médica Charité de Berlín seleccionaron a 292 pacientes que se habían realizado polisomnografías (estudios del sueño) en el Hospital St. Hedwig. Este tipo de prueba está destinada a personas que tienen dificultades asociadas al sueño y se llevan a cabo en un laboratorio especial donde duermen los pacientes para evaluar la calidad y el tipo de sueño, así como su duración.

“Las sociedades necesitan ajustar los hábitos de sueño, incluida la duración y el tiempo, según la estación, o ajustar los horarios escolares y laborales a las necesidades de sueño estacionales”

Se descartó a los pacientes que tomaban fármacos que se sabe que afectan al sueño, los fallos técnicos durante la polisomnografía y la latencia del sueño REM de más de 120 minutos, lo que sugería que se había omitido el primer episodio de sueño REM. Tras estas exclusiones, quedaban 188 pacientes, y aunque en la mayoría de los casos sus diagnósticos no mostraron un patrón estacional, el insomnio se diagnosticó con mayor frecuencia hacia el final del año.

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Estos pacientes vivían en un entorno urbano con baja exposición a la luz natural y mucha contaminación lumínica y esto debería influir sobre la estacionalidad regulada por la luz, pero los investigadores encontraron cambios sutiles a lo largo de las estaciones. En invierno, el tiempo total de sueño sumaba una hora más que en verano, pero este dato no fue estadísticamente significativo. Sin embargo, el sueño REM duraba 30 minutos más en invierno que en verano, y se sabe que el sueño REM está directamente relacionado con el reloj circadiano al que le afectan los cambios de luz.

Los investigadores han reconocido que es necesario realizar un nuevo estudio en el que participe “una gran cohorte de sujetos sanos” que no tengan problemas para dormir para validar sus resultados, pero sugieren que los cambios estacionales observados pueden ser incluso mayores en una población sana. La mayoría de nosotros no podemos controlar el tiempo de vigilia porque nos vemos obligados a adaptarnos a los horarios escolares o laborales, pero la sociedad en general se podría beneficiar de las adaptaciones que permitieran a los humanos responder de manera más efectiva a los cambios de estación.

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Mientras tanto, irse a dormir más temprano en el invierno podría ayudar a adaptarse a la estacionalidad humana. “La estacionalidad es omnipresente en cualquier ser vivo de este planeta”, dijo Kunz. “Aunque seguimos teniendo un desempeño sin cambios, durante el invierno la fisiología humana se regula a la baja, con una sensación de 'quedarse vacío' en febrero o marzo. En general, las sociedades necesitan ajustar los hábitos de sueño, incluida la duración y el tiempo, según la estación, o ajustar los horarios escolares y laborales a las necesidades de sueño estacionales”.

Actualizado: 20 de febrero de 2023

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