Dormir mal aumenta el riesgo de glaucoma y de ceguera irreversible

No dormir bien por exceso o por defecto, sufrir insomnio o somnolencia diurna, o roncar, son patrones o conductas del sueño que aumentan el riesgo de desarrollar glaucoma y sufrir una ceguera irreversible por esta causa.
Persona con los ojos rojos debido al sueño

02/11/2022

Dormir bien tiene beneficios para la salud de cuerpo y mente que han sido comprobados científicamente; de hecho, un estudio reciente muestra que protege frente al riesgo de enfermedad cardíaca e ictus, mientras que otro relaciona pocas horas de sueño con más probabilidades de desarrollar varias enfermedades crónicas. Ahora, una nueva investigación alerta de que un sueño de mala calidad, que incluye tanto dormir demasiado, como muy poco, experimentar somnolencia diurna o roncar, puede estar relacionado con más riesgo de sufrir una pérdida irreversible de la visión provocada por glaucoma.

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Los resultados de este gran estudio del Biobanco del Reino Unido destacan la necesidad de que las personas con un elevado riesgo de desarrollar glaucoma se sometan a una terapia del sueño y que se realicen controles oculares a aquellas que sufran trastornos crónicos del sueño para que sea posible detectar si presentan signos tempranos de glaucoma, según indican los autores del trabajo en un artículo publicado en BMJ Open.

El glaucoma se caracteriza por una pérdida progresiva de células sensibles a la luz en el ojo y un deterioro del nervio óptico. Las causas y los factores que contribuyen a la aparición de esta enfermedad ocular no se conocen bien, pero si los pacientes no reciben un tratamiento adecuado puede progresar a una ceguera irreversible. Actualmente constituye una de las principales causas de ceguera a nivel mundial y se estima que llegará a afectar a alrededor de 112 millones de personas en 2040.

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Patrones de sueño inadecuados que aumentan el riesgo de glaucoma

Los investigadores decidieron evaluar el riesgo de desarrollar glaucoma en personas con diferentes hábitos de sueño: dormir mucho o muy poco, sufrir insomnio, tener cronotipos nocturnos o matutinos (popularmente conocidos como ‘búhos’ o ‘alondras’), presentar somnolencia diurna y proferir ronquidos. Para ello, seleccionaron a 409.053 participantes en el Biobanco del Reino Unido, que tenían entre 40 y 69 años en 2006-10 cuando fueron reclutados, y que habían informado sobre sus comportamientos de sueño.

Un sueño de corta o larga duración se asoció con un 8% más riesgo de glaucoma; el insomnio con un 12% más; los ronquidos con un 4% más, y la somnolencia diurna frecuente con un 20% más

Definieron como normal una duración del sueño de 7 a menos de 9 horas por día, mientras que fuera de este rango se consideró demasiado poco o un exceso. El cronotipo se estableció en función de si la persona se describía a sí misma como una alondra matutina o un ave nocturna. En cuanto a la gravedad del insomnio (dificultad para conciliar el sueño por la noche o despertares frecuentes) se clasificó como nunca, a veces, o habitualmente, mientras que la somnolencia diurna subjetiva se clasificó como nunca, rara vez, a veces o frecuente.

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En el momento del reclutamiento los participantes habían contestado a cuestionarios en los que detallaban otros factores que podrían influir en los resultados como su edad (57 de promedio), sexo, nivel educativo, peso (índice de masa corporal, IMC), o raza. También se utilizaron los historiales médicos y los datos del registro de defunciones para realizar un seguimiento de la salud y la supervivencia de todos ellos hasta un primer diagnóstico de glaucoma (ingreso hospitalario), muerte, emigración, o el final del período de seguimiento (31 de marzo de 2021), lo que ocurriera primero.

Se detectaron 8.690 casos de glaucoma durante el periodo de seguimiento promedio de poco más de 10,5 años. Los individuos con glaucoma tendían a ser mayores y había más probabilidades de que fueran hombres, fumadores crónicos, y tuvieran hipertensión o diabetes, que aquellos a los que no se les diagnosticó esta patología ocular. A excepción del cronotipo, los otros cuatro patrones o comportamientos del sueño se relacionaron con diversos grados de más riesgo de glaucoma.

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Así, un sueño de corta o larga duración se asoció con un 8% más de riesgo; el insomnio con un 12% más; los ronquidos con un 4% más, y la somnolencia diurna frecuente con un 20% más. Las personas que roncaban y las que experimentaban somnolencia diurna tenían un 10% más probabilidades de desarrollar glaucoma, mientras que las personas con insomnio y las que tenían un patrón de sueño de corta o larga duración tenían un 13% más probabilidades de tenerlo, en comparación con los individuos que disfrutaban de un patrón de sueño saludable. Estos resultados fueron similares cuando se clasificaron por diferentes tipos de glaucoma.

Por qué las alteraciones del sueño se asocian con el glaucoma

Al tratarse de un estudio observacional que se ha basado en datos ofrecidos por los participantes durante un determinado periodo de tiempo no se ha podido establecer una causa, según han admitido sus autores, que señalan que podría ser el glaucoma el que influyese en los patrones del sueño, y no al revés. Sin embargo, alegan que existen explicaciones biológicas potencialmente plausibles para las asociaciones entre la alteración del sueño y el glaucoma que han encontrado.

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La presión interna del ojo o presión intraocular es un factor fundamental en el desarrollo del glaucoma y aumenta cuando una persona está acostada y cuando las hormonas del sueño están desequilibradas, como ocurre en el insomnio, han explicado los investigadores, que añaden que la depresión y la ansiedad, que con frecuencia acompañan al insomnio también pueden incrementar la presión ocular interna, posiblemente debido a la producción desregulada de cortisol, señalan.

Por otra parte, también se ha sugerido que los episodios de bajos niveles de oxígeno celular que se producen de forma reiterada o prolongada a causa de la apnea del sueño, cuyo principal síntoma es una parada repentina de la respiración durante el sueño, podría provocar un daño directo al nervio óptico.

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“Dado que los comportamientos del sueño son modificables, estos hallazgos subrayan la necesidad de una intervención del sueño para las personas con alto riesgo de glaucoma y un posible examen oftalmológico entre las personas con problemas crónicos del sueño para ayudar a prevenir el glaucoma”, concluyen los investigadores.

Actualizado: 5 de mayo de 2023

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