El 40% de los fumadores no puede o no desea dejar el tabaco que daña su salud

El tabaquismo es un grave problema de salud pública en cualquiera de sus formas, según han advertido los miembros de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), en el marco del Día Mundial sin Tabaco, que se celebra cada 31 de mayo por iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y han destacado su papel como un factor de riesgo cardiovascular clave, así como su implicación en el desarrollo de un gran número de enfermedades crónicas y distintos tipos de cáncer.

En España se estima que un 22% de la población adulta fuma a diario, y cerca del 40% de los fumadores no consigue abandonar el hábito tabáquico o no desea hacerlo, según indica una nota de prensa difundida por la SEMI1. Por ello, estos especialistas insisten en la necesidad de ofrecer de forma sistemática consejo para dejar de fumar, una intervención que consideran altamente coste-efectiva.

Los médicos internistas han reafirmado su postura tras la XXI Reunión del Grupo de Trabajo de Riesgo Vascular de la SEMI, celebrada los días 15 y 16 de mayo en Córdoba, donde se presentó el nuevo Documento de Consenso sobre Tabaquismo y Riesgo Vascular, elaborado junto a otras doce sociedades científicas.

“Estamos posicionados frontalmente contra el tabaquismo y hay que luchar frente a este desde todos los ángulos posibles. El problema es complejo, requiere un enfoque preventivo y multidisciplinar. Hoy el tabaquismo no solo implica el tabaco de combustión, sino también otros productos alternativos como los cigarrillos electrónicos o vapeadores, no exentos de riesgo. Hay que vigilar y legislar para que los vapeadores no sean la puerta de entrada al tabaquismo en los jóvenes, ya que ahora lo son”, ha declarado el Dr. Luis Castilla, coordinador del Grupo de Trabajo de Riesgo Vascular de SEMI.

El Dr. Castilla, que es internista del Hospital Virgen Macarena de Sevilla, y presidente de la Sociedad Andaluza de Hipertensión y Riesgo Vascular, también alerta de que los cigarrillos electrónicos pueden estar actuando como vía de entrada al consumo de tabaco entre los jóvenes. Aunque la tasa de fumadores sigue siendo mayor entre los hombres, en el grupo de edad de 15 a 25 años las mujeres fuman tanto o más que ellos.

“Para aquellos que no consiguen dejar de fumar, quizás una estrategia basada en la gestión del daño por tabaquismo y apoyada en productos con ausencia de combustión con el cambio total a productos sin humo, podría ser una alternativa menos peligrosa para la salud que seguir fumando”, ha explicado el Dr. José Abellán Alemán, especialista en Hipertensión y catedrático de Riesgo Cardiovascular de la Universidad Católica de Murcia, ponente en el congreso de la SEMI. Esto “ha ocurrido en Suecia, el primer país europeo libre de humo con un 4,8% de fumadores de combustión y con una reducción del cáncer de pulmón en las últimas décadas del 43%”, añade el especialista.

Principales riesgos para la salud asociados al tabaquismo

El consenso científico destaca que el tabaquismo es un acelerador del riesgo cardiovascular, al actuar como agente patógeno clave en la arteriosclerosis, la base común de enfermedades cardiovasculares y la principal causa de muerte prevenible en el mundo. Su vínculo con dolencias como la cardiopatía isquémica, el ictus o la arteriopatía periférica está sobradamente documentado.

Estudios clásicos como el Framingham ya revelaron en el siglo XX su relación con el infarto de miocardio, especialmente en varones mayores de 45 años. Investigaciones posteriores, como INTERHEART2 e INTERSTROKE3, atribuyen al tabaco el 35,7% del riesgo total de infarto y el 18,9% de los ictus. Además, el proyecto MONICA de la OMS4 mostró una prevalencia notable de tabaquismo en adultos jóvenes que habían sufrido un infarto no fatal. “Hoy está demostrado que el tabaquismo es una enfermedad por sí misma: adictiva, crónica, incapacitante, mortal, pero tratable”, afirma el documento.

El riesgo aumenta proporcionalmente con el número de cigarrillos consumidos y los años de exposición, y se multiplica si coexisten otros factores de riesgo como la hipertensión o la dislipemia. Incluso el tabaquismo pasivo contribuye al riesgo cardiovascular según la duración y grado de exposición.

“Para aquellos que no consiguen dejar de fumar, quizás una estrategia basada en la gestión del daño por tabaquismo y apoyada en productos con ausencia de combustión con el cambio total a productos sin humo, podría ser una alternativa menos peligrosa para la salud que seguir fumando”

Durante la combustión del tabaco se liberan más de 4.000 sustancias tóxicas, que provocan estrés oxidativo, alteraciones lipídicas e inflamación crónica, desembocando en enfermedad vascular. Además, compuestos como la nicotina, el monóxido de carbono o el cadmio afectan negativamente a la regulación de la presión arterial, dificultando su control, especialmente en casos de hipertensión vasculorrenal.

El tabaco también está relacionado con enfermedades pulmonares crónicas como la EPOC, así como distintos tipos de cáncer, incluyendo pulmón, laringe, vejiga, orofaringe, esófago, hígado, vías biliares, estómago y órganos genitales femeninos. En mujeres fumadoras mayores de 35 años, el uso de anticonceptivos hormonales combinados está desaconsejado por el mayor riesgo de tromboembolismo.

Deshabituación tabáquica: un paso necesario y urgente

“A pesar de sus efectos perjudiciales, dejar de fumar tiene un efecto beneficioso importante y rápido, con una reducción significativa del riesgo cardiovascular que puede igualarse al de los no fumadores tras varios años de abstinencia”, subraya el Dr. Abellán. Por ello, es fundamental evaluar al fumador en distintas dimensiones: física (test de Fagerström), psicológica y social (Glover Nilsson), motivación (Richmond), probabilidad de éxito terapéutico (Henri-Mondor y Michael-Fiore) y etapa de cambio de conducta (modelo de Prochaska y DiClementi).

El consejo médico para dejar de fumar debe ofrecerse siempre, ya que su eficacia está ampliamente probada. Para lograr el abandono definitivo, es clave la colaboración de distintos profesionales sanitarios: médicos, enfermeros, psicólogos, entre otros. Existen terapias farmacológicas eficaces, y en los casos de alta dependencia, se recomienda combinarlas o valorar estrategias de reducción del daño con productos libres de combustión.

La trampa de lo “moderno e inofensivo”

Por su parte, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) ha vuelto a lanzar una alerta contundente con motivo del Día Mundial Sin Tabaco en la que señala quelos nuevos productos de nicotina, como los cigarrillos electrónicos, el tabaco calentado, las bolsitas de nicotina o las pipas de agua, no son inocuos. Aunque muchas veces la publicidad las propone como alternativas “menos dañinas”, también contienen sustancias adictivas y perjudiciales para la salud de quienes los usan y de las personas expuestas a sus vapores, según indica en una nota de prensa.

Estos dispositivos, lejos de ayudar a dejar de fumar, están siendo promocionados con campañas muy atractivas y especialmente destinadas a adolescentes y jóvenes, con el resultado de que más jóvenes caen en la adicción a la nicotina. Según el estudio ESTUDES 20235, casi la mitad de los adolescentes de entre 14 y 18 años ha probado los cigarrillos electrónicos en el último año y su uso entre las chicas supera incluso al de los chico.

Además, los datos del estudio EDADES 20246 confirman que el uso de vapeadores sigue aumentando en la población general en comparación con los datos de 2022. Incluso el consumo diario ha crecido, aunque aún sea bajo. El porcentaje de personas que los han probado alguna vez ha aumentado del 12,1% al 19%, mientras que el consumo en los últimos 12 meses ha pasado del 4,1% al 7,1%. En los últimos 30 días, se ha incrementado del 2,2 % al 4,6 %, y el uso diario ha subido ligeramente del 1% al 1,3%.

Los expertos de SEPAR advierten que no se puede permitir que estos productos se vendan y publiciten sin las mismas restricciones que el tabaco tradicional. Por ello instan a que se adopten medidas específicas, como la prohibición de la publicidad, la misma fiscalidad que el tabaco, restricciones en su fabricación y venta, e inclusión de estos productos en la legislación antitabaco vigente.

También reclaman el acceso a tratamientos para dejar de consumirlos. Además, se ha presentado un documento de consenso con sociedades médicas iberoamericanas que ofrece pautas clínicas para abordar esta nueva forma de dependencia y otro manifiesto conjunto que destapa las estrategias de marketing engañosas usadas por la industria para atraer a los más jóvenes.

A pesar de los avances y según datos del Ministerio de Sanidad, el tabaco sigue causando unas 56.000 muertes al año en España, muchas por enfermedades respiratorias graves como EPOC o cáncer de pulmón, y la exposición al humo del tabaco está directamente relacionada con enfermedades respiratorias graves como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), bronquitis crónica y cáncer de pulmón.  Por eso, es fundamental continuar legislando, informando y previniendo, especialmente ante el avance de estos productos emergentes que, aunque disfrazados de modernidad, perpetúan una peligrosa adicción.

Fuentes: Española de Medicina Interna (SEMI) y Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR)